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Carolina y Cristian habían salido a merendar en una cafetería que habían visto la noche que fueron a la playa, el cielo parecía una pintura de colores rojos y sus tonalidades

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Carolina y Cristian habían salido a merendar en una cafetería que habían visto la noche que fueron a la playa, el cielo parecía una pintura de colores rojos y sus tonalidades.

La menor de los Sosa no había perdido la oportunidad al tomar su celular y comenzar a sacar fotos, Romero rodó los ojos al verla otra vez con el celular en mano. Todavía no habían hablado de que Carolina prácticamente lo ignoro por dos días.

Y como el bruto que era Cristian, no se quedó callado.

―¿Ahora si estás con el celular?

Carolina terminó de sacarle fotos al cielo y lo miró con una sonrisa mientras dejaba su celular sobre la mesa blanca, su sonrisa desapareció cuando vio al chico frente a ella mirándola con cara de culo.

―¿Qué? No te escuché, perdón.

―¿Me estás jodiendo?

Caro lo miró sorprendida, ya lo había visto molesto otras veces e igualmente seguía poniéndola nerviosa que se pusiera así.

"Carolina vos tenés que tratarlo igual que él lo hacía con vos, acordate, págale con la misma moneda al gil."

Las palabras de Agustina llegaron a su cabeza, antes de salir del hotel habían tenido una rápida charla. Su hermana mayor se había encargado de hacerla entender (o llenarle la cabeza, dirían otros) para que no se dejara influenciar por Romero.

―Te pedí si podes repetir lo que dijiste, nada más, Cristian.

―Bueno, Carolina ―él le respondió con el mismo tono de voz. ―te preguntaba si ahora le das bola a tu celular, porque me tuviste dos días esperando una respuesta.

―Y yo ya te pedí perdón por dejarte colgado ¿o no? ―Romero asintió como un nene chiquito cuando lo retan. ―bueno, entonces no entiendo la escenita.

Cristian quiso responderle, pero prefirió cerrar la boca, no quería terminar cagándola aún más.

Carolina tomó de su café, parecía que se le había cerrado la garganta por la situación. Si lo miraba a los ojos cada una de las decisiones que había tomado hasta el momento, peligraban.

―Eu, ya te pedí perdón, posta.

Carolina tomó la mano de Cristian que se encontraba sobre la mesa, con su dedo pulgar hizo caricias en la palma de ésta.

―Cristian, mírame.

El chico acotó la orden, sin saber que a Carolina se le crearía un nudo en la garganta al verlo de esa forma. Cristian se veía tan vulnerable, el sol le golpeaba la cara y sus ojos se veían hermosos.

―Perdóname, no fue mi intención ignorarte ―mentiras. ―estuve con mi familia, la pasamos bien, hasta salí con mis hermanos por primera vez sin que ninguno tuviera ganas de matarse.

KARMA ✶ cuti romero CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora