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El día del partido contra Países Bajos había llegado, no había argentino en ese estadio que no estuviera muriendo de los nervios a pesar de la confianza que sentían en los seleccionados argentinos

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El día del partido contra Países Bajos había llegado, no había argentino en ese estadio que no estuviera muriendo de los nervios a pesar de la confianza que sentían en los seleccionados argentinos.

Los Sosa no eran menos, Carolina había estado mordiéndose las uñas desde el inicio del juego.

Gracias a Dios, y los rezos de Carla Sosa podría decirse, Nahuel Molina hizo el primer gol en el minuto 35, y Carolina casi se arruina las cuerdas vocales gritando al igual que en todos los partidos.

Se fueron al entretiempo con el marcador uno a cero, Argentina llevando la ventaja.

―Es nuestro, es nuest...

Gabriel fue silenciado por la mano de Carolina en su boca.

―Cállate, Gavo ―le dijo seria. ―Agradece que yo estoy al lado tuyo y no papá porque él no te lo hubiera pedido de una forma tan amable.

El chico lamió la mano de Carolina para que ella lo suelte, cosa que hizo más que asqueada y se limpió la palma de la mano con la camiseta de él. Cuando Gabriel le empezó a reclamar, y antes de que Carolina respondiera, Carla les dedicó una mirada asesina y se quedaron callados.

El juego volvió a empezar, no había persona en la tribuna que no se quejara del árbitro. Ni bien empieza el juego, Cristian se come una tarjeta amarilla.

―¡Ni lo tocó, hijo de puta!

Carolina niega con la cabeza.

―Como lo defiende al yerno ―suelta Gabriel para sus tres hermanos.

Los cuales lo miraron con cara de culo y Carolina le dio un golpe en la nuca.

Sale De Paul y en su lugar entra Leandro. A los pocos minutos Argentina recibe un penal, pateado por Messi y, como esperaban, entra al arco.

2-0. No faltaba nada para que termine el partido, sin contar los minutos adicionales.

Relativamente iban bien aunque con alguna que otra amarilla. Lisandro fue otro en recibir la tarjeta color amarillo, a los minutos entró Tagliafico. Romero salió de la cancha de juego a cambio de Pezzella.

Carolina lo vio agotado, pero sabía que él quería seguir jugando, aun así fue a la banca a refrescarse y mirar todo igual de nervioso que los hinchas.

El equipo contrario logró marcar un gol, ya pasaban los ochenta minutos, con que resistieran unos minutos más sin ser empatados estaban joya. Pero todo se fue a la mierda cuando el árbitro dio diez minutos de tiempo adicional.

Ese día Carolina se dio cuenta de lo ingeniosa que podía ser al momento de putear. Y, la verdadera pregunta era ¿Quién en esas tribunas no había bardeado al pelado?

En esos diez minutos Países Bajos logró empatar, llevando el juego al tiempo extra. A pesar de los jugadores argentinos tener múltiples oportunidades de marcar el gol de desempate, parecía que el arco estuviera embrujado porque no lograban que ninguna pelota entrara.

KARMA ✶ cuti romero CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora