Epilogo

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—Y fin. Esa ha sido mi historia con tu padre—concluí mi relato.

—¿No hay más? —preguntó la pequeña entusiasmada.

—No—confesé—. Mi muerte provocó la tuya y así también la muerte de ambas en la memoria de todos.

—¿Quieres decir que papá me ha llegado a concoer?—dijo emocionada, con un brillo precioso en sus ojos.

—Mi amor, hija mía. Tú padre, Draco Malfoy, no llego a conocerte jamás, pero él te hubiese amado y cuidado con todo lo que estaba a su alcance—dije tomando sus manos, acariciando el dorso de una de ellas.

—¿Cuando moriste, tú sabías que estabas embarazada?

—Has sido una sorpresa que no he podido compartir, mi amor—dije y mis ojos se llenaron de lágrimas.

El espacio tiempo, donde todas las almas vivían, donde los cuerpos no podían cruzar, ni ver. Pero desde aquí veíamos y vivíamos.

—Cuéntame más de él—reclamó y pude ver como sus ojos se llenaban de lágrimas como los míos.

—Ya te he contado todo, mi amor—dije evitando que el nudo en mi garganta quebrara mi voz.

—¿Y que es de él?—preguntó ella, mi hija.

—Eso lo puedes ver tú misma—dije con una sonrisa y le señalé un punto en el blanco donde vivíamos. De pronto ese blanco se transformó y una imagen nos permitió ver una imagen que me estrujó el corazón.

Draco dormía tranquilamente en su habitación, en la Mansión Malfoy. A su lado, Astoria, su esposa, dormía plácidamente, descansando una de sus manos en el pecho de Draco.

—¡Papá!—exclamó mi hija emocionada, corriendo a la imagen que no podríamos nunca vivir. Pero casualmente no fue la única en exclamar aquello, solo que la emoción que mi hija llevaba, no la compartía con Scorpius.

—¡Papá!—exclamó el pequeño Malfoy entrando a la habitación de Draco, quien, de inmediato, al escuchar la voz de su hijo, despertó.

—¿El es mi hermano?—preguntó mi niña volteando a verme. Asentí con mi cabeza, formando una sonrisa en mis labios tras recordar a Scorpius y aquel día en el parque de diversiones.

—¿Que sucede?—preguntó aquella voz que adoraba.

—He tenido un sueño raro y desperté llorando—dijo él volviendo a demarrar algunas lágrimas.

—¿Que has soñado? —preguntó Draco haciéndose a un lado en su cama, dándole un espacio a Scorpius para que se acueste a su lado y le cuente sobre su sueño.

—Mamá estaba loca, más de lo que esta—comenzó a narrar—. Rompía platos y todo tipo de cosas. Tu estabas allí, discutiendo con ella. Yo no estaba, solo escuchaba todo. Me había despertado por los ruidos y gritos. Me estaba agarrando un ataque de pánico, sentía que no podía respirar, papá. Y alguien abrió la puerta...

Recordaba ese momento a la perfección, Scorpius y su ataque de pánico. Lo había consolado y lo había ayudado a volver a dormir.

—No era mamá, era otra mujer—explicaba Scorpius a su padre—. Ella se preocupaba por mi y me ayudaba. Me hacía contar y fue tanta la tranquilidad de que esté allí conmigo..., el ataque no duró más de un minuto. Me dijo su nombre, en realidad yo ya lo sabía, yo fui quien dijo su nombre. Se llamaba Annette—confesó el niño y ante la mención de mi nombre pude ver a Draco tensarse.

—¿Tú también sueñas con ella?—preguntó sorprendido y ante la confusión de su hijo, negó rápidamente—. Scorpius, es solo un sueño.

—Pero se sintió real. Muy real.

—Todos los sueños con ella se sienten real—murmuro Draco.

—No son sueños—dije yo con un nudo en el medio de mi pecho y mis ojos cristalizados—. Por favor, recuérdenme—pedi, pero sabía que pedía un imposible. Ellos no vivieron esos recuerdos.

—No son sueños —dijo Scorpius—, son demasiado reales, lo suficiente para notar que no son solo sueños. Algo hay detrás de eso. Alguien debe o debió haber sido ella. Annette, ella debió haber significado en nuestras vidas.

—No lo creo. Jamás conocí a alguien llamada Annette—dijo Draco de pronto, quitando toda ilusión y esperanza a su hijo que buscaba sentido en sus sueños, quitándomela a mi también: la esperanza e ilusión que me recuerden.

—Te amare, los—me corregí— amaré siempre, mis amores—repetí la promesa que el día de mi muerte hice y cerré la ventana que nos conectaba con el mundo de los vivos.

—¿Por que las cierras?—pregunto mi hija confundida—. Estaban hablando de ti.

—Lo sé—dije con mi más sincera sonrisa—. Pero es hora de descansar en paz de una vez por todas—dije decidida.

Mi niña se puso de pie, estaba arrodillada creyendo que así estaba más cerca a su padre y hermano. Me tomó de la mano y juntas caminamos a una pequeña cama que había aparecido el primer día que yo aparecí allí, tras mi muerte.

"Descansar en paz". La inocencia de mi hija al no saber que, realmente, significaba aquello me generó paz interna, facilitando un poco más la situación.

Descansar en paz como se decía en este mundo era de una vez por todas olvidar nuestra vida y aceptar nuestra muerte. Me había negado a aquello durante año, años en los que mi hija nació y creció, años en los que mi apariencia no cambió, pero ella creció.

No lo había entendido muy bien, por qué ella crecía y yo no, la respuesta la encontré pronto, yo había muerto de cierta forma, ella nunca había podido vivir. Era una especie de paradoja, yo había dejado de vivir, ella nunca había llegado a hacerlo, el hecho de que estuviese dentro mío la había arrastrando a la muerte, pero ella seguiría creciendo, por lo menos hasta descansar en paz.

Y esa noche, recordando para olvidar, me dormir abrazando a mi hija. Para al fin descansar en paz. Aceptando mi muerte y soltando los recuerdos que ya no me pertenecerían, así también ayudándolos a soltar, a los que aún estaban vivos, nuestros recuerdos en otra línea temporal.

Aquella noche no solo descanse en paz, fue la ultima noche de sueños raros para Draco, para Scorpius y para todos aquellos con los que compartía recuerdos, brindándoles así descansar en paz a ellos también.

*****
Fue un final distinto al que le quise dar.

Cuál creen que pudo haber sido el nombre la la hija de Draco y Annette? Me encantaría saberlo.

como aquellos de 1995 || Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora