6 (Roku)

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Akasha cuando vio llegar a Tomioka, Contuvo las ganas de rodar sus ojos, después de hablar con el patrón, este había mandado a llamar al pilar del agua que, en cuestión de segundos apareció junto a ellos.

— Tomioka, debido a estos percances y que la finca mariposa se encuentra ocupada gracias a nuestros recientes inquilinos, Akasha deberá quedarse en tu finca.

En realidad, Shinobu se negaba a recibir a Akasha en su hogar. No lo había dicho, pero era notable ante los ojos de todos. Akasha le comento al patrón sobre las esencias y lo mucho que el no sentir nada de parte de tomioka le ayudaría bastante en su estadía en aquel lugar, por ello el había pedido aquello al pilar de agua que sin expresión alguna respondió.

— Entendido.

Akasha alzó la vista esperando ver una molestia en su rostro, pero nuevamente. No vio ni sintio nada emanar de él, era como si no estuviera.

— ¿Estás bien con eso, Akasha? — el hombre pregunto, Akasha asintio varias veces. — En ese caso, pueden retirarse.

La chica se levantó y camino tras tomioka, tomando en el camino sus pertenencias que las niñas se habían encargado de cuidar durante su ausencia, incluso la caja donde tenía su katana que ahora estaba vacía.

— ¿Estás molesto? — Pregunto ella curiosa, tomioka no se detuvo.

— No.

— ¿Decepcionado?

— No.

— ¿Enfurecido?

El hombre finalmente le vio de manera fría, para después retomar su camino.

— Increíble.

— ¿Que?

— No presiento nada de ti. — Movió su mano a centímetros del cabello de tomioka como si quisiera tocar algo, pero con una mueca bajo la mano. — Es como si no existieras, ¿acaso eres un fantasma?

— ¿Qué demonios te sucede?

— No, no eres un fantasma. Ellos sienten tristeza y dolor. — Se contestó ella misma ignorando la mirada curiosa e incrédula de tomioka, ella al notar la intensa mirada pregunto. — ¿Qué?

— Eres muy rara.

— Tenemos algo en común. — Musitó siguiéndolo rápidamente cuando el aceleró el paso.

Llegaron a la misma casa donde Akasha lo había seguido, se quedó afuera viéndolo entrar y espero pacientemente en el umbral con sus cosas entre sus brazos. Al no verla entrar, tomioka asomó su cabeza por la puerta viéndole con cansancio.

— ¿Porque no entras?

— No puedo entrar si no quieres que esté aquí. Sería incómodo, y traería malas vibras.

El rostro de tomioka le dio mucha risa a Akasha, pero solo sonrió como disculpa.

— Escucha, es tu casa. Tus reglas.

El cruzo sus brazos y alzó una ceja.

— Si te digo que te quedes en el jardín, ¿lo harías? Después de todo esas serían mis reglas.

— Sin problema alguno lo haré, pero dame un futón al menos. Es lo que un buen anfitrión haría. — Sonrió inocentemente. Tomioka rodó sus ojos e hizo un ademán descuidado para que pasará. Akasha se quitó sus botas y entro a la casa con cuidado.

El aroma que la invadió fue de pino fresco, y el lugar para su gusto, estaba demasiado oscuro, casi melancólico.
Tomioka la guío hasta una habitación del fondo, donde tiro un futón y varias sábanas en el suelo, luego salió de ahí dejándola sola. Akasha asomó su cabeza por el pasillo y grito.

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