8 (Hachi)

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Akasha se sentó frente a un espejo pequeño donde limpio la herida con cuidado, fue un milagro que no necesitara puntos; pero lastimosamente, le quedaría una fea marca justo en su ceja.

Suspiro y enjuago su rostro en el agua del gran tazón que le habían prestado, mientras secaba su piel, se detuvo y se observó en silencio casi con desprecio.

"Eres una mujer, no deberías tener marcas en la cara, mira a Kira. Ella es cazadora igual que tú, y no tiene ninguna marca."

La voz de su hermano hizo eco en su cabeza, y avergonzada cubrió la herida con su cabello.

—Lo siento. - susurró.

De nuevo, había fallado.

La puerta de su habitación fue tocada un par de veces, para después abrirla. Akasha alzó la vista viendo a Giyuu entrar con varias bolsas en sus manos. Ambos debían compartir habitación ya que Akasha no tenía dinero suficiente para conseguirse una individual y prometió pagarle al pilar en cuanto le dieran su dinero por esa misión.

Tomioka camino por la habitación, quitándose la katana amarilla que colgaba en su espalda dejándola en un rincón. Akasha dejo de verle, sabiendo que iba a ignorarla todo el día, por lo que comenzó a cepillar su cabello esponjado casi con furia.

Estaba indignada, ella lo había salvado, y ni gracias le había dado.

Idiota. — Gruño por lo bajo.

El aroma de las glicinias invadió el lugar, y pronto este de intensificó, por lo que volteo encontrándolo de rodillas a su lado con las bolsas frente a él.

— Traje el desayuno. — dijo en voz baja, Akasha le miro con desconfianza y tomioka comenzó a sacar las cosas de las bolsas dejando ver varios platillos que le hicieron abrir el apetito.

¿Esa sería su manera de agradecer?

— Cuando me paguen, te pagaré. — Dijo tomando el plato de arroz que él le entrego.

— No, está bien.

— Esto debió costar una fortuna. — Lo vio casi con preocupación.

— No lo fue. Solo come. — Dijo simplemente tomando un plato y comenzar a desayunar.

Akasha hizo lo mismo no sin antes decir.

— Gracias.

Tomioka como usualmente lo hacía, no respondió.

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Akasha tomo su katana y la reflejo con el sol del atardecer, dio varios giros con su muñeca y luego poso el lado sin filo en su ante brazo apuntando hacia el sol, para después con un movimiento suave, imperceptible como las alas de un colibrí, hacer que la punta de la katana cortará su piel y la sangre manchara la hoja por unos segundos para luego desaparecer al ser absorbida por el cristal amarillo que brillo por la luz del sol.

Era una especie de danza con movimientos elegantes, dóciles e hipnotizantes ante los ojos de quien la estuviera observando. Su ahori que se mezclaba con el color del atardecer, parecía flotar ante los movimientos danzantes de la chica, los mechones de color dorado que resaltaban el castaño natural de su cabello brillaron por los rayos del sol por unos cuantos segundos.

Ella pronto se irguió dejando de danzar, volvió a colocar el arma contra el sol durante otros minutos y mientras esperaba, noto de reojo que estaba siendo observada.

— Tomioka san. — Ella lo llamo, él parpadeo confundido al verse descubierto fisgoneando el proceso. — Toma.

El tomo la katana sintiéndola más pesada de lo normal. Akasha tomo la otra.

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