7 ( Nana)

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La luna ya estaba en su punto más alto cuando Akasha llego a la casa de tomioka, Kyojuro y ella, se despidieron entre susurros para no despertar al dueño de la casa y prometieron salir más seguido. Ella abrió la puerta, soltando un suspiro de alivio al notar que había cumplido con sus palabras y no la había cerrado. Sonrio para después quitarse las botas de la manera más silenciosa posible y cerro de vuelta, pero cuando iba a su habitación, una sombra la hizo saltar cuál gato asustado; estuvo a punto de gritar cuando diviso la figura de tomioka que con una vela entre sus manos.

Akasha se llevó una mano al pecho, su corazón no podría con tantos sustos.

- Lo siento, ¿te desperté? - Murmuró avergonzada. Tomioka negó caminando de paso hasta la que parecía la cocina. Ella calmó su respiración. - Perdón por llegar así, prometo que no volverá a pasar.

Tomioka le ignoro mientras se servía agua en un vaso de barro rojo, Akasha se movió sobre sus pies y tomando valor, agarro la pulsera tejida de su bolsillo y se la dio al muchacho que dejó el vaso de lado confundido.

- ¿Qué es eso?

- es para ti. - Al ver qué no la agarraba, la dejo en la mesita algo avergonzada. - La hice como agradecimiento por dejarme estar aquí.

Los ojos de tomioka vieron el objeto de manera inexpresiva. Akasha solo esperaba que no la lanzara a sus pies. Pero al contrario de eso, Tomioka pregunto.

- ¿Es una costumbre de tu pueblo?

Akasha asintió repetidamente un poco más animada a pesar de que era una vil mentira para ocultar su verdadera intención.

- Si, sí. Es una pulsera. La hice yo misma.

Tomioka la tomo con desconfianza y al sentir el aroma de las plantas, las reconoció como las que tenía en su jardín. Vio con incredulidad esto, y estuvo a punto de reclamarle por haber matado a sus plantas, cuando noto que ella se veía demasiado ansiosa por ver la pulsera en su mano. Incomodo observo el objeto y pregunto.

- ¿Me la tengo que poner?

- Si, sí. Eso significaría que aceptas mi presencia aquí. - Mintió rápidamente, tanto que se asustó por la facilidad con la que contestó. Tomioka conteniendo un suspiro, se la colocó y la ajustó en su muñeca derecha, Akasha sonrió. - ¡Gracias!

- Solo espero que no hayas matado a todas mis glicinias. - Musitó mientras caminaba de vuelta a su habitación. Cuando él paso frente a ella Akasha sonrió al sentir la esencia característica de las plantas y gracias a eso, ella pudo dormir tranquila esa noche.

*******

Días después.

- No sabía que vivir contigo, me haría acompañarte a misiones. - Musitó Akasha mientras caminaba tras tomioka arrastrando los pies por el piso de madera de la casa.

Esa mañana habían recibido un cuervo donde les pedían a ambos que fueran a una misión donde varios demonios estaban acabando con hombres jóvenes. Al no poder negarse ni quejarse con el patrón por falta de confianza, Akasha se conformaba con quejarse con tomioka, que parecía no molestarle o prestarle atención.

- Toma

Ella parpadeo somnolienta cuando vio que él le entregaba su katana, arrugó la nariz y cruzo sus brazos.

- Ya no es mía.

- ¿Que?

- Cuando te cortaste con la hoja, la katana absorbió tu sangre. Te ha tomado como su portador, al menos hasta que yo vuelva hacer todo el procedimiento para tenerla de nuevo, y creo que no tenemos tiempo para eso.

GOLDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora