Extra

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Giyuu entro a su casa soltando un suspiro cansado, se detuvo en el recibidor para quitarse los zapatos y se sentó en el escalón para hacerlo. Al sentarse soltó otro suspiro que se cortó cuando algo se lanzó sobre su espalda casi haciéndolo caer de bruces al suelo.

— ¡Dai! ¡Era abrazarlo, No atacarlo!

— Lo siento, mami. - la voz infantil de un pequeño niño de cuatro años resonó en sus oídos, volteo encontrándose con sus ojos de color azul como los de él y como la luz del sol hacia brillar unos cuantos mechones dorados de su cabello. Era una copia de ambos, sin duda alguna.

— Al menos no me tiró al suelo esta vez. — Comento dejando sus zapatos y revolviendo el cabello del niño que sonrió aferrándose a su cintura en un abrazo. — Buen trabajo Dai.

— Va mejorando cada día. —Comento Akasha orgullosa de su hijo que soltó a su padre para abrazarla a ella, Akasha lo tomo en brazos besando sus mejillas regordetas. — Eres mi orgullo bebe.

Sonrojado, el niño se acurrucó contra su madre, escondiendo su rostro en el hueco de su hombro y la curvatura de su cuello, ante esto Akasha sonrió divertida volteando a ver a su esposo.

— Míralo, igualito a su padre. — Giyuu bufo ligeramente avergonzado y besando su sien se dirigió hacia su habitación.

Cuando Giyuu salió del baño con su cabello escurriendo de agua por su pecho, se dirigió hacia su habitación para cambiarse y antes de que terminara de colocarse su camiseta, la puerta fue abierta dejando ver a Akasha entrando con un canasto de ropa.

— Pero que buena bienvenida.

Avergonzado Giyuu le lanzo su toalla haciendo que ella soltara una carcajada, llevaban seis años casados y él aún se avergonzaba con cosas como esas. Eran hábitos que jamás iban a cambiar en él y eso a Akasha no le molestaba en lo absoluto.

— ¿Dónde está Dai?

— Dibujando. — Se sentó en el futón para sacar la ropa del canasto de mimbre. — Dice que quiere dibujar a todos sus tíos, en especial a Tanjiro.— Giyuu asintió colocándose su camisa, akasha le observo.— ¿Estás bien?

Ella se acercó a él en silencio tomando sus mejillas con preocupación. Giyuu cerró sus ojos con fuerza tomando sus manos.

— Fui a visitar a Urikodaki.— susurro.— Yo...Ví a Sabito, parecía tan real que no dude en hablarle de ti y de Dai.

Akasha acaricio su mejilla con delicadeza la verle tan afligido.

— ¿Que te dijo?

— el solo sonrió.

— Oh, mi amor. — Akasha lo abrazo y el como siempre lo hacía, ocultó su rostro en su hombro apegándola a su cuerpo con fuerza, cerró sus ojos queriendo calmar su dolor.

Ver a Sabito en verdad lo había dejado fuera de sus casillas, sin embargo, sintió una inmensa paz que le hizo volver con su familia lo más rápido posible.

— Vamos, tienes que dormir, la comida puede esperar. — Comento tomando su mano y guiándolo al futón, él se dejó arrastrar. Akasha lo arropó con toda la delicadeza del mundo. — ¿Quieres que me quedé?

Giyuu asintió y sin avisar, la jalo hacia su cuerpo para recostarse sobre su pecho. Después de todo lo que habían vivido, cuando Giyuu tenía esa clase de ataques de ansiedad, o de suma tristeza, escuchar el corazón de Akasha era el mejor método para calmarse.

— Tranquilo, todo está bien. — Susurro ella acariciando su espalda y haciendo espirales con los mechones de su cabello. — todo está bien, a pesar de que él no esté entre nosotros, te aseguro que está feliz por ti, por todos.

Él se aferró a ella en silencio y en cuestión de minutos, se durmió contra su pecho. Akasha sonrió levemente y se acomodó para dormir unos minutos, pero de pronto la puerta fue abierta lentamente y un par de ojitos azules se asomaron con cautela.

— ¿Papá está bien? — susurro torpemente, Akasha asintió y estiró su brazo para que se acercará. Dai lo hizo de puntillas y se acostó al lado de su madre que con su brazo libre lo cubrió. Pero al igual que su padre, se apegó a su cuerpo. Vio el rostro de su padre una última vez antes de caer en el suelo que el calor de su familia le otorgó.

Cuando Giyuu despertó, se encontró con el rostro pacífico de su hijo y sin moverse de dónde estaba, acaricio sus mejillas regordetas con delicadeza.

Desde que nació se había jurado que lo protegería con su vida. El embarazo de Akasha fue muy riesgoso debido a las heridas que se había hecho en el pasado, el doctor había dicho que el día de su nacimiento sería crucial para ver si sobrevivía. Y gracias al cielo, así ocurrió.

Dai era un niño muy sano, caballeroso y sumamente amable, pero a la vez era inquieto y bastante travieso, como lo era su madre.

Al ser el primer hijo que había en la familia de amigos, era el niño favorito de todos sus tíos, que no dudaban en mimarlo cada vez que le veían.

— ¿Estas bien?

La voz de su esposa le hizo voltear, encontrándose con su dulce mirada sobre él con un deje de preocupación que removió su corazón. Una vez más, Giyuu comprobó lo increíble que era el hecho de que, con solo una mirada, Akasha podía lograr que su corazón se acelerara intensamente.

— Ahora lo estoy. - Dejo un casto beso en su hombro y se movió para hacer que ella terminará recostada sobre su cuerpo, y antes de que Dai despertará, Akasha coloco a su pequeño hijo entre ambos, acomodándose cómodamente para dormir otro rato más.

Los ojos azules del que alguna vez fue pilar se posaron en su pequeña familia, sonrio cuando vio a su esposa luchar con la sabana para cubrir a su hijo y al lograrlo suspiro satisfecha ganándose una risita de parte de su esposo.

— ¿Que?

— Nada, solo recordé que te amo. - beso su sien rodeando su cintura y terminando de cubrirla con la sabana.

— ¿Lo habías olvidado? - alzo una ceja con indignación. El hombre rodo sus ojos. — Ahora tendré que recordártelo siempre, me das mucho trabajo querido.

— ¿Como harás eso? - le miro con diversión, pero al ver la sonrisa de Akasha se arrepintió de su pregunta.

— No es apropiado de hablar de eso con Dai presente. - mascullo dándole una mirada sugerente que logro que las mejillas pálidas de su esposo se colorearan de un intenso color rojo, similar al atardecer. — Buenas noches, Giyuu.

Con una sonrisa victoriosa por su reacción, se acomodó cerrando sus ojos abrazando a su hijo que pronto se aferro a su pecho, ella beso su coronilla.

— Me vuelves loco, mujer. - le escucho susurrar para después apegar a su esposa e hijo a su cuerpo. — Buenas noches, Akasha.

NO COPIAS NI ADAPTACIONES

MAJO

FIN

DICIEMBRE 8 DEL 2021

GOLDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora