35 (San juu go)

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Tras aquel gesto tan bello, ninguno hablo en lo absoluto. Se mantuvieron abrazados hasta que el cuerpo de Akasha comenzó a pedir casi a gritos un descanso, lo que la obligó a separarse de él casi en contra de su voluntad.

— Necesito descansar. — susurro con sus mejillas rojas, Giyuu le observo por varios segundos igual de sonrojado. — No he dormido bien desde que me fui.

— Si, sobre eso...— Se llevó una mano a la nuca de forma nerviosa. — Por aquí llovió mucho y tú habitación tiene bastantes goteras, traté de arreglarlo, pero solo logré empeorarlo.

Akasha río al verlo tan avergonzado.

— Oh, entonces dormiré en la sala.

— Podemos dormir juntos, digo, cada uno, en su futón, pero en la misma habitación y...

Ella tomo sus hombros con una sonrisa cansada entre sus labios.

— Eso sería lo mejor. Gracias.

Giyuu asintió y minutos después le ayudaba a la mujer a llevar sus cosas a su habitación, akasha con dificultad acomodó su futón al lado del de Giyuu y cuando lo logro, se dejó caer en el realmente cansada.

Cerró sus ojos con fuerza debido al dolor interno de su cuerpo y apretó los dientes queriendo contener un quejido.

Durante su estadía con los herreros, se había enfocado tanto en su trabajo que había dejado en segundo plano su dolor, sin embargo, en las noches a veces no podía ni dormir debido al frío del ambiente y su dolor casi agonizante, que calmaba con las hierbas que Shinobu le había otorgado.

— Toma.

Akasha abrió sus ojos encontrando una pequeña taza de té y sentándose con cuidado en el futón, tomo la taza dándole un sorbo. Pronto noto el sabor de las hierbas que ella usaba cuando se estaba recuperando de la herida de su brazo.

— Gracias.

El simplemente asintió y comenzó a acomodarse en su futón, Akasha se bebió el té en silencio queriendo que las hierbas que le darían sueño, comenzarán a hacer efecto pronto.

Dejo la taza de lado y se recostó con cuidado entre las cobijas cubriéndose del frío. Cerró sus ojos queriendo que el malestar desapareciera y así estuvo por varios minutos dónde estaba a punto de quedarse dormida, hasta que escucho el arrastre de cobijas del lado de Giyuu.

Abrió sus ojos encontrándose con su perfil viendo el techo de la habitación con ambos brazos tras su cabeza, ella se removió despacio llamando su atención.

— ¿Estás bien?

El asintió levemente volteando a verle.

— Solo estoy pensando.

— ¿Puedo saber en qué?

El contuvo una sonrisa ante su curiosidad e imprudencia, después de todo, ella era así por naturaleza y eso a él le gustaba.

— ¿Por qué yo?

Akasha parpadeo sorprendida ante la pregunta.

— ¿Por qué tú, que?

— Habiendo tantas personas en el mundo, decidiste quedarte conmigo.

Giyuu no podía entender cómo es que Akasha lo había elegido a él entre todos los hombres del mundo, ante sus ojos él no era más que un cuerpo lleno de heridas y remordimientos, pero ella no dudo en ayudarlo a pesar de sus errores.

— Tu fuiste de las primeras personas que no me juzgaron cuando llegue aquí. — acomodó su cabeza en la almohada. — En realidad me trataste como alguien normal y me ayudaste. No sé cómo explicarte el momento exacto en el que me di cuenta de que estaba enamorada de ti, por qué fue algo repentino y...

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