Capitulo 5

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Mientras buscaba el anillo, me acordé de la carta y la curiosidad me pudo. La fui a buscar y la empecé a leer:
"Estimada Lina,
No pasa ni un día que no venga a mi mente tu lindo rostro. Jamás había visto tal belleza. Con ésta carta quiero transmitirte mi más sincero amor hacia ti y a tu pueblo, es por eso que os envío esos presentes. A ti te entrego el más importante. Es un anillo, pero no uno cualquiera. Es muy especial porque perteneció a mi familia durante cientos de décadas. Me apena que no quisieras venirte conmigo. Hubiéramos sido muy felices. No te hubiera faltado nada, aunque entiendo que no quieras dejar a tu familia y lo respeto.
Siempre tuyo.
El príncipe Shah."
Me encantó leer esa carta. Me imaginaba lo que para mi abuela tubo que suponer recibirla. Seguro que le dio mucha alegría.
Después de leerla, seguí buscando el anillo aunque sin éxito.
Le pedí a mi mama que me ayudara. Subimos las dos al desván con nuestra perrita.
- Mama -  le dije -  Si la abuela y la bisabuela lo guardaban todo, estoy segura que debe estar en alguna parte. ¿Dónde puede estar?
Mi mama estaba pensativa, mirando la habitación de lado a lado. Entonces le dio por mirar otra vez en el baúl de las cartas y en el fondo de todo encontró una cajita pequeña de madera.
- ¡Mira que hay aquí! ¿Será el anillo? - dijo mi mama.
Era una caja de madera tallada a mano. Tenía a todo su alrededor dibujos de flores y rosas y un anclaje dorado. Era muy bonita y tenía grabado el nombre de "LINA". Las dos nos miramos sorprendidas  e impacientes de saber si estaría ahí el anillo.
-¡Es el anillo!  - dijo mi mama al abrir la caja.
-¿Si? A ver, a ver -  le dije yo toda emocionada.
No me lo podía creer. Necesitaba verlo con mis propios ojos y fue entonces cuando mi mama lo sacó de la caja.
- ¡Déjamelo mama! - le dije.
Era de oro y tenía un diamante rojo, tal y como me había explicado mi madre. Después de observarlo con detalle, me lo puse en mi dedo a ver cómo me quedaba.
-¡Aiiiii! - dije sacándome el anillo rápidamente.
Me había dado una especie de calambre o quemadura. No sabría cómo describirlo. Al quitármelo me fregué el dedo a ver si me calmaba.
- ¿Qué pasa? - me dijo mi madre.
- No lo sé. Me ha pinchado. He notado algo raro. -  le dije sin saber bien que es lo que había pasado.
- Déjame ver hija.
Parecía no tener nada así que lo dejamos estar.

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