Capitulo 36

4 2 0
                                    

Al llegar a casa nos recibió Deysi. Ella siempre se pone muy feliz, como si hiciera años que no te viera. Es tan cariñosa. Se vino a mi habitación conmigo y me la subí a la cama para hacerle unas carantoñas.
- Te habrás asustado tú también con el terremoto. Menos mal que estás bien y no te ha pasado nada.
Miré alrededor de mi habitación y vi algunas cosas que habían caído de mi mesa y mi estantería. Un trofeo que tenía de cuando iba a natación se había roto al caerse.
Mientras lo ponía todo en su sitio escuché unos golpes en mi ventana. Al principio no le hice caso, pero viendo que se volvían a escuchar me asomé para ver qué pasaba. Quizás algún gnomo quisiera decime algo, porque yo los seguía viendo trabajar cada noche.
- ¿BRUNO? ¡BRUNO!
Me faltaron piernas para bajar al jardín a verlo. Mi madre me escuchó llamarlo y vino corriendo también.
- ¡Es Bruno, mamá!
Salimos al jardín para recibirlo. Nuestras caras de felicidad lo decían todo. Mi madre enseguida me dió la mano para poder escucharlo.

- ¿Por qué has tardado tanto en venir? Que alegría. Pensaba que no te volvería a ver. - le dije mientras me limpiaba una lágrima.
- No he podido venir antes. Yo también estaba deseando volver, pero mi trabajo me lo ha impedido. - nos explicaba mientras nos daba un abrazo en nuestras piernas.
- Te hemos hechado tanto de menos.
- Me lo imagino, pero es que yo he estado igual.
- ¿Los otros gnomos se recuperaron de las quemaduras?  - preguntó mi mamá con preocupación.
- Sí. Se recuperaron bien, gracias a la rapidez de Lucía al cogerlos y por haberlos llevado tan pronto a curar. Están muy agradecidos con vosotras.
- Menos mal. Estábamos muy preocupadas por no saber nada de vosotros. Lucía a veces les preguntaba a los gnomos que veía trabajar por la noche, pero nadie sabía nada. ¿Y tú cómo estás?
- Yo bien, pero las noticias no son muy buenas. Ya veis como está el planeta. El cambio climático está avanzando a pasos agigantados. La madre naturaleza me envía para hablar con vosotras. Tenemos que encontrar el otro anillo.
- ¿El otro anillo con el diamante azul? - le pregunté.
- Sí.
- ¿Pero como lo vamos a encontrar? Es imposible. - dijo mi mamá.
- Nora también nos ayudará. -respondió Bruno.
- ¿Y si lo encontramos de que nos sirve? No entiendo nada. - pregunté.
- Tu anillo te ha escogido a ti, pero el otro anillo aún no ha escogido a nadie. Tenemos que encontrarlo y buscar a la persona adecuada para que se lo ponga.
- ¡Tu dirás cómo lo hacemos porque nosotras no tenemos ni idea - exclamó mi madre.
- También hay que buscar unas plantas. Algunas nos va a costar encontrar, pero lo tenemos que hacer. La madre naturaleza necesita nuestra ayuda.
- Ésta tarde ha habido un terremoto. Es la primera vez que he vivido esto. Hemos pasado un mal rato. - le expliqué asustada.
- Lo sé. Y volverán a repetir con más fuerza si no hacemos nada. Es un aviso de lo que va a venir a partir de ahora.
- Vamos a mi habitación, Bruno y seguimos hablando allí. Ven mamá.

GreenlandiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora