A la mañana siguiente, mientras preparaba la mochila para ir al Instituto, mi cabeza no paraba de intentar recrear el sello que vi en casa de Jonh. Le daba mil vueltas pensando si sería el mismo que el de la carta de mi bisabuela o no. Me colgué el anillo, como hago cada día y bajé a desayunar. Bruno estaba dormido y en silencio le cerré la puerta.
- Buenos días Lucía.
- Buenos días mamá.
- ¿Como has dormido?
- Bien, pero me costó bastante pensando en lo del sello.
- No le des tantas vueltas porque hay miles y serán parecidos, pero dudo que sea el mismo sello.
- Ya ...pero ... ¿y si fuera el mismo?
- No creo. Por cierto, este fin de semana vamos al pueblo. Tememos comida familiar.
- ¿Me puedo llevar alguna amiga? ¿O amigo?
- ¿Amigo? - preguntaba mientras me miraba medio riendo.
- Mamá...no me mires así. ¿No puedo tener amigos?
- Claro que sí cariño.
- ¿Puedo?
- Está bien. Pero solo una persona que si no no cabemos en el coche.
- Gracias mami.
- Venga acábate el desayuno que se te hace tarde.Empezaron a llegar mensajes a mi móvil. Era Ibet que hoy no vendrá al instituto, porque se encuentra mal. La verdad es que cuando no viene la hecho mucho de menos. Le respondí que se mejorara pronto y que ya le informaría de los deberes.
Cuando llegué a clase ya había llegado Jonh.
- Hola Lucía.
- Buenos días Jonh. Me ha escrito Ibet que está malita. Hoy no viene.
- ¿Que le pasa?
- Dice que se encuentra mal, pero no me ha dicho nada más. ¿Y tú cómo llevas la mudanza?
- Bueno... Podría ir mejor, pero poco a poco.
- Si quieres que vaya otra tarde me lo dices. Me lo pasé muy bien.
- ¿De verdad? ¿Ordenando mi habitación? Vuelve cuando quieras. - me comentó riendo.
- No es por eso hombre. Es que eres muy simpático y me siento muy agusto contigo.
- Mira. ¡En eso coincidimos!Dejamos la conversación en cuanto llegó el profesor. Me susurró "luego hablamos".
Me alegró mucho escuchar que él también se siente bien conmigo. Me hizo sentir que ante él no soy invisible y cuando sacaba los libros para empezar la clase, le hice señales por si se quería sentar a mi lado, ya que Ibet no había venido y sin decir nada cogió sus cosas y se cambió de sitio.
El profesor lo vio, pero no le dijo nada. Supongo que mientras no hablemos no le importa donde nos sentemos.
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Greenlandia
Novela JuvenilNunca una historia del pasado, había traído tantos cambios en el futuro. Lucía, una adolescente de 15 años, relata cómo de repente, su razón de existir tiene otro sentido, al encontrar una antigua carta dirigida a su bisabuela y un presente. Ingredi...