El día que llegamos a Suances, era un día de mucho calor. Era de esos días que te hacen saber que estás en pleno verano.
Mi mama, nada más llegar, se fue a duchar para refrescarse un poco.
En cambio, yo aproveché para subir al desván, que no deja de ser una caja de sorpresas para mí. Allí se guardan muchos recuerdos y también trastos. Siempre que he subido, encuentro algo que me acabo llevando a mi casa.
Recuerdo que hace poco me llevé unas pizarras que usaba mi abuela en el colegio. Aunque estaban un poco rotas me hizo mucha ilusión porque eran de ella y es que antes no tenían libros.
Empecé a rebuscar y también a estornudar, porque como subimos poco, el polvo se va acumulando.
Hay un baúl con muchas cartas, que por pereza, nunca he leído y ese día empecé a leerlas.
Había postales de viajes, felicitaciones de navidad, cartas de amigas de mi abuela, también de familiares y es que tanto a mi abuela como a mi bisabuela les encantaba guardarlo todo.
Ellas decían que era una manera de guardar recuerdos para que perduraran por siempre.
Me pareció muy interesante el sello de cera roja que tenía una de las cartas. Había una corona dibujada y en letra muy pequeña todavía se podía leer las iniciales S.A.. Al abrirla vi que era una carta escrita a mano con una letra muy bonita. Cuando iba a empezar a leer me asustó mi mama que me estaba buscando por la casa.
-¿Que haces aquí? Ya estás investigando para ver que te puedes llevar para casa, ¿no? - dijo mi mama entre risas.
-¡Mira que he encontrado! ¡Parece una carta de algún rey! ¡Mira que sello tiene! ¡Y mira que letra tan bonita! ¡Parece escrita con una pluma!- le dije yo.
-Es que hay una historia que no te he contado nunca. Pero ya que tienes esa carta en tus manos te la voy a contar- me dijo mi madre.
-¿De verdad? ¡Cuéntame!
Mi mirada hacia ella era de intriga y asombro porque no tenía ni idea que tipo de historia me iba a contar.
Me quedé escuchando con mucha atención a lo que me iba a explicar. En ese momento me acordé, que mi abuela, me solía sentar en su falda, para contarme historias. Me encantaba descubrir sus vivencias, de cuando era niña o cuando conoció a mi abuelo, etc.
La historia que me iba a contar mi madre, no sé si quizás, ya me la había contado ella, pero no recordaba nada sobre ninguna carta con ese tipo de sello.
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Greenlandia
Novela JuvenilNunca una historia del pasado, había traído tantos cambios en el futuro. Lucía, una adolescente de 15 años, relata cómo de repente, su razón de existir tiene otro sentido, al encontrar una antigua carta dirigida a su bisabuela y un presente. Ingredi...