Prólogo

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𝚅𝚊𝚛𝚒𝚘𝚜 𝚊ñ𝚘𝚜 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜

Los estudiantes de «Nevermore Academy» estaban ansiosos por regresar a sus casas. Todos querían volver a sentir el calor de su familia. El calor de su hogar. Y planeaban hacerlo en cuanto la ceremonia de graduación llegara a su fin.

Pero Anne no era cualquier estudiante. Ella era la hija del director y no tenía a nadie más a quien acudir, por lo que debía permanecer en la academia uno o dos días más.

Hasta que su padre pudiera dejar todo en orden.

Por otro lado, Larissa no estaba tan entusiasmada como el resto. Ella era la única descendiente de sus padres, y su relación con ellos nunca había sido del todo buena, así que no quería volver. O al menos no tan pronto.

Y ya que durante el internado no pudieron lograr que las asignaran en la misma residencia, Anne y ella decidieron que pasarían esa última noche juntas. En el dormitorio que había sido de Larissa en esos últimos años.

La puerta de la habitación se abrió bruscamente, dando paso a Anne y haciendo que Larissa se sobresaltara.

Ella, a diferencia de Larissa, aún llevaba puesto su vestido. Un precioso vestido color rosa pálido que le llegaba un poco más abajo de las rodillas y hacía que sus ojos verdes resaltaran.

¿Por qué desapareciste tan pronto? —cuestionó.

Larissa había tenido la terrible idea de unirse al comité de decoración y ahora estaba muy cansada. Si para los demás ese había sido un día agotador, para ella lo fue el doble.

De manera que no dudó en correr a cambiarse y encerrarse en su residencia apenas les tomaron la fotografía de la generación. Y mientras el resto se despedía de sus amigos y profesores, ella preparaba su equipaje para partir al día siguiente.

Su padre ni siquiera asistió a la ceremonia y a su madre no le importó su decisión de quedarse una noche más en la academia.

Me dolía la cabeza. No consideré necesario el tener que quedarme más tiempo. Incluso mi madre se fue en cuanto me entregaron el diploma. Nadie me extrañó, ¿o si? —dijo sin voltear a verla y mientras doblaba algunas de sus blusas.

Yo sí —replicó Anne.

Larissa pudo sentir una tenue chispa de felicidad encendiéndose dentro de ella y se apresuró a sacar más prendas de su armario para evitar que Anne lograra ver el rubor que se había formado en sus mejillas.

No puedo creer que aún soportes andar de tacones —mencionó tratando de cambiar el rumbo de la conversación.

Ahora Anne se encontraba al otro lado de la habitación, sentada en la otra cama, y observaba a Larissa atentamente.

Siempre le había gustado verla haciendo cualquier cosa. Así fuera lo más ordinario, le parecía que sus movimientos eran finos y elegantes. Tanto que incluso lograban hipnotizarla.

Anne pareció reaccionar ante las palabras de su amiga y decidió dejar sus pies libres.

¿Por qué no te cambias también? —agregó Larissa.

Sabía que Anne no se sentía cómoda. Y aunque no le gustaba la idea de tener que dejar de verla luciendo ese atuendo, lo primordial para Larissa era el bienestar de su amiga.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora