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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 24

ʀᴇᴄᴏᴍᴇɴᴅᴀᴄɪóɴ ᴍᴜsɪᴄᴀʟ: ᴄᴀɴ'ᴛ ʜᴇʟᴘ ғᴀʟʟɪɴɢ ɪɴ ʟᴏᴠᴇ - ᴇʟᴠɪs ᴘʀᴇsʟᴇʏ


La intensidad de las luces se había reducido, las velas estaban encendidas, al igual que el incienso. El ambiente empezaba a sentirse pesado y Larissa quería irse o al menos, que esa situación se acabara pronto. No sabía en qué momento había accedido a participar si a ella nunca le gustaron ese tipo de cosas.

Leah ya había hecho la debida invitación para el espíritu, así que ahora solamente estaban esperando. Anne tenía los ojos cerrados, al igual que ella, y ninguna de las tres había dicho nada en mucho tiempo, hasta que una ráfaga de viento hizo tambalear la llama de las velas y les golpeó el rostro.

Leah —la llamó Anne. Y terminó por abrir los ojos al sentir que su agarre se volvía más fuerte.

—Silencio —respondió ella—. Es momento —abrió los ojos por un instante, permitiendo que ellas notaran lo dilatadas que estaban sus pupilas—. Ya está aquí y quiere hablar con ambas.

Anne respiró con pesadez y un escalofrío recorrió cada centímetro de su cuerpo. Volteó a ver a Larissa y se dio cuenta de la expresión de terror que había en su rostro. Anne se estaba arrepintiendo, pero ya era demasiado tarde para desistir, sobre todo cuando vio que Leah se deshizo del collar y lo dejó sobre la mesa, justo al lado de la foto de su padre.

No creo que eso sea una buena idea, Leah —dijo Larissa.

No podría ser un conducto si permanezco usándolo. ¿Tiene lista sus preguntas? —Anne simplemente asintió—. Bien. Entonces empiece a hacerlas.

Anne dudó un momento. Los nervios la estaban atacando, pero se esforzó por concentrarse y relajarse. Había deseado mucho por ese momento y ahora no podía arruinarlo, especialmente porque Leah estaba de por medio, así que respiró lo más profundo que pudo y aclaró su garganta, mientras sujetaba la mano de Larissa con más fuerza aún. 

¿Eres Ernest Greenwood? —preguntó en voz baja.

Más alto —dijo Leah volviendo a cerrar los ojos.

¿Eres Ernest Greenwood? —repitió. Aunque transcurrieron un par de minutos para obtener una respuesta, y durante ese tiempo, Leah parecía tener ligeros espasmos musculares. E incluso por un momento creyeron que empezaría a convulsionar.

—respondió al fin. Ahora su voz era más gruesa y Anne se aterrorizó.

El timbre era muy similar al de su padre. De ese modo supo que ya no había vuelta atrás. Quiso llorar y sintió un nudo formándose en su estómago, al igual que un calor insportable que le recorría todo el cuerpo.

Mientras tanto, Larissa permanecía atónita y con los ojos cerrados, deseando desaparecer en ese instante. Jamás creyó que terminaría involucrada en una situación como esa. Que estaría escuchando la voz de alguien muerto a través del cuerpo de su secretaria.

¿Cómo puedo estar segura? —continuó Anne. Leah abrió los ojos y por un momento Anne notó un destello azul en ellos. Definitivamente esa mirada era la de su padre.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora