Noche de bodas [extra]

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La celebración después de la ceremonia no duró mucho, y a pesar de eso, Anne se sentía agotada. Mental y físicamente. Así que en cuanto Clarisse, Lou y Miranda se fueron, y ellas consideraron que ya todo había terminado, decidieron volver a casa. Leah se había encargado de llevarlas, porque ninguna estaba en condiciones de conducir.

Y no planearon ir a un hotel o algo similar porque ambas estaban de acuerdo en que debían pasar esa primera noche como esposas en su propio hogar. No había lugar más indicado para eso. Además, aún no terminaban de planear la luna de miel. Así que ahí estaban, afuera de su casa, ebrias y luchando por abrir.

—Estoy mareada —dijo Anne entre risas mientras esperaba a que Larissa abriera y había tenido que abrazarla por la espalda porque todo le daba vueltas.

—Te excediste con las copas. ¿Cómo no ibas a estarlo?

—Era mi boda, debía celebrar —volvió a reír y Larissa no pudo evitar hacerlo también. Ver a Anne en ese estado solo le causaba ternura—. ¿Necesitas ayuda? —le preguntó al ver que no atinaba a meter la llave.

—Listo —volteó a verla y le dio un corto beso en los labios. Anne se recogió el vestido para no enredarse, pero Larissa la cargó sorpresivamente, haciendo que soltara un grito, pero enseguida le rodeó el cuello con los brazos—. ¿A nuestra habitación?

—Te vas a enredar con el vestido.

Larissa frunció los labios y asintió, pensando en que debieron haberse cambiado antes de salir de la academia. Aunque estaba empezando a gustarle la idea de ser ella misma quien le quitara el vestido a Anne.

Cerró la puerta con el pie y volvió a dejar a Anne en el piso, aunque sin soltar su cintura. Le quitó la corona de flores y Anne hizo lo mismo con la suya.

—La Anne de quince años jamás me creería si le dijera que acaba de casarse contigo y que además, usaste una de estas durante la ceremonia —mencionó refiriéndose a la corona, recordando cuando en los días de primavera ambas recolectaban flores para hacerlas.

—Tan solo éramos unas niñas —sonrió con nostalgia y acarició el rostro de Anne con mucha dulzura—. Y mira hasta dónde hemos llegado. Eres mi esposa. Soy tu esposa. Y pronto tendremos a Lou con nosotras.

—Estoy tan orgullosa de ti, Larissa. De nosotras.

—Yo también lo estoy de ti. Y no me cansaré de decirlo nunca —soltó su cintura un momento y en su lugar tomó sus manos entre las suyas para darle un beso en los nudillos—.  Eres la mujer más maravillosa que existe y soy muy afortunada por estar a tu lado.

Anne la besó con suavidad, disfrutando de la tibieza de sus labios. Saboreando cada centímetro de ellos y del calor que brotaba de su pecho. No podía estar más feliz. Ese momento era uno de los que más había deseado en su vida.

Anne empezó a caminar en dirección de las escaleras y Larissa la siguió, sin deshacer la conexión de sus manos. Ambas aún se sentían mareadas y el calor provocado por el alcohol aumentaba cada vez más en sus cuerpos. Aunque ya no solo era eso.

Larissa no dejó de besarla en el corto trayecto de la sala a la habitación y la cargó en cuanto estuvieron en ella. La dejó sobre la cama y se acomodó encima de ella, pero notó que los ojos de Anne ahora estaban húmedos.

—¿Estás bien? —le preguntó. Anne solo negó, porque un nudo había empezado a formarse en su garganta y no podía hablar muy bien. Larissa se sentó a su lado y la abrazó con fuerza en cuanto ella se incorporó.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora