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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 6


El sonido repetitivo de las gotas de la solución intravenosa que le habían puesto a Anne estaba empezando a impacientar a Larissa. Las escuchaba caer una tras otra y se estaban volviendo ensordecedoras. En un momento pensó aprovechar que Anne estaba dormida para marcharse, pero no tenía el valor de hacerle eso a ella.

Decidió que sería mejor ir a la cafetería del hospital y pedir un té, aunque le pareció que el sabor era bastante insulso y hasta creyó percibir una pizca de detergente en él. Definitivamente ese no estaba siendo su día.

El doctor le dijo que la temperatura corporal de Anne estaba volviendo a la normalidad y que se encontraba bien, pero tendría que pasar la noche bajo vigilancia, por lo que debía contactar a algún familiar. Larissa se sentía acorralada. Ignoraba si Anne tenía amigos en el pueblo, aunque la verdad lo dudaba.

Al principio no le gustó la idea de tener que quedarse a acompañarla, pero al final no tuvo otra opción, además, estar ahí era mucho mejor que regresar a la academia, en donde solamente la estaría esperando la oscuridad de su habitación.

Se negaba a volver a escuchar el caer de las gotas, o al menos no quería hacerlo tan pronto, de modo que decidió permanecer un rato más en la cafetería mientras revisaba algunos correos desde su teléfono.

Y al regresar a la habitación, encontró a Anne despierta, sentada y recostada sobre las almohadas, revisando su teléfono. Aún estaba pálida y ahora su rostro se veía adornado por unas tenues ojeras. Aún así le parecía que no dejaba de verse bonita.

¿Cómo te sientes? —le preguntó desde la puerta.

Anne levantó la vista del móvil y le dedicó una débil sonrisa. Se sentía muy cansada, pero al menos ya no tenía frío. Y se había negado a deshacerse del enorme abrigo de Larissa, por lo que ahora este le cubría las piernas.

Bastante mejor. Sobre todo porque te quedaste.

—No es el momento, Anne.

Larissa se acercó a la silla que estaba frente a la cama y se sentó en ella. No estaba dispuesta a hablar de nada más que no fuera la salud de Anne. Aunque le causaba curiosidad saber dónde se estaba quedando. Y por qué regresó en primer lugar.

Solo digo que se siente bien estar acompañada.

Anne volvió a dirigir su atención a la pequeña pantalla frente a ella y siguió deslizando por la larga lista de correos. Habían varios de su antiguo empleo, algunos de sus ex estudiantes, de su jefe. De personas que preguntaron por su casa antes de que la vendiera. Iba a borrarlos todos y cada uno de ellos. Ahora formaban parte de se antigua vida.

¿Compraste una casa? —la voz curiosa de Larissa llamó su atención y volvió a verla.

No. Estoy en un hotel.

¿No piensas quedarte mucho tiempo, entonces?

La información que había recibido, de alguna forma le pareció decepcionante. Se reprochó a sí misma por haber llegado a creer en las palabras de Anne cuando le dijo que la razón por la cual había regresado era unicamente por ella.

Pues... Sí, de hecho sí —mencionó recordando su plan y casi sin poder evitarlo, de ella salió un suspiro de frustración— Pero nada ha salido como esperaba.

Larissa sintió la mirada insistente de Anne y tuvo que desviar la mirada. De algún modo sabía que se estaba refiriendo a ella.

—¿Cuándo te irás? —sus manos  habían empezado a inquietarse. No sabía qué hacer con ellas. Primero tronó sus dedos y después continuó dando ligeros golpes sobre el brazo del asiento. Finalmente decidió cruzarse de brazos y así permaneció. Estaba ansiosa y temerosa de saber la respuesta.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora