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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 23


Para Anne, la sensación que el chocolate le proporcionaba era una de las mejores cosas del mundo. La transportaba a sus días de infancia, cuando su madre lo prepraba para ella y su hermana. Y también a sus días de adolescencia. Cuando ella y Larissa salían de la academia exclusivamente por él.

Era fin de semana, el clima seguía frío y no tenía nada más que hacer, así que había decidio ir al Veleta por uno. Y mientras caminaba, se preguntó qué era lo que Larissa podría estar haciendo en ese momento. Pensó que tal vez estaría con Alessa y sus labios se fruncieron sin poder evitarlo siquiera.

Buongiorno, Anne —escuchó a su espalda. No podía creerlo, parecía como si la hubiera invocado. Y aunque se sorprendió, no dejó de caminar ni un momento.

El italiano era uno de sus idiomas favoritos, pero se estaba cansando de escuchar ese acento o más bien, de escuchar la voz chillona de Alessa. Y por un momento se le ocurrió que tal vez podría fingir estar sorda, pero entonces ella se plantó justo en frente, impidiéndole el paso y su plan fracasó incluso antes de haber iniciado.

Hola —se limitó a decir con una sonrisa mínimamente forzada.

Bonito lugar, ¿certo? —dijo refiriéndose a la cafetería. Anne le dirigió una mirada fugaz a través del ventanal y bufó.

Lo es. Especialmente para pasar tiempo a solas —tenía mucho frío, a pesar de tener puesto el abrigo, y quería entrar cuanto antes, pero Alessa no se apartaba de su camino. 

Aunque el clima del pueblo no me agrada tanto —Anne la miró arrugar la nariz mientras y frotar sus brazos en un intento de entrar en calor. Le resultó curioso, porque pensaba que debería estar acostumbrada ya.

—¿En qué ciudad vives? —se animó a preguntar.

Es que yo no vivo por aquí —aclaró—. Ni en otro lugar de este país. Después de graduarme regresé a Italia y no había vuelto. Hasta ahora —Anne alzó las cejas y asintió levemente, recordando que Larissa le había dicho que tenía mucho tiempo de no verla.

—¿Por cuánto tiempo estarás aquí? —tal vez estaba siendo muy descortés al insinuar que quería que se fuera, pero Alessa parecía no darse cuenta de eso. Y si lo hacía, disimulaba muy bien.

Mañana es mi último día.

—Y te verás con Larissa para despedirte de ella, supongo —la vio negar con la cabeza y por un momento se sintió aliviada.

Mañana estaré muy ocupada, por eso decidimos vernos hoy.

Oh —desvió la mirada porque se estaba sintiendo muy incómoda, pero aún tenía en mente las palabras que Alessa le dijo cuando la conoció y no se iba a quedar con la duda—. ¿A qué te referías cuando dijiste que habías escuchado mucho sobre ? —volvió a verla y Alessa sonrió con ternura, ganándose una mirada curiosa por parte de Anne.

A que Larissa te ama, Anne —mencionó sin dejar de sonreír—. Y aunque no lo diga ni lo demuestre, ambas sabemos que ha estado sufriendo.

Entonces... ¿tú sabes de lo nuestro? —cuestionó con sorpresa.

Claro que sí.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora