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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 26


Aunque el doctor había dicho que Anne podría irse en la tarde del día siguiente, Larissa se negó a separarse de ella y pasó la noche en el hospital, pero tuvo que salir muy temprano para empezar con la mudanza.

Anne tendría que permanecer con el vendaje durante un mes, y requeriría de mucha vigilancia y cuidado, de modo que ambas encontraron que ese era el momento perfecto para que Larissa finalmente se mudara.

Creo que esa ha sido la última —dijo Leah para sí misma mientras dejaba la maleta en el piso.

Se había ofrecido a ayudarle y ahora estaban en la casa de Anne. También había sugerido prepararle una fiesta de bienvenida, pero Anne se negó rotundamente. Aunque agradecía su buen gesto, no era una idea que agradara en lo absoluto. Ella solo quería llegar a dormir en su cama. En completo silencio.

No lo era —Larissa apareció con una más y cerró la puerta con el pie.

¿Quiere que la acompañe al hospital?

No te preocupes, ya has hecho mucho —le sonrió fugazmente y tomó las llaves del auto, además del bolso que había preparado para llevarle un cambio de ropa a Anne—. Ve y disfruta de tu domingo.

Salude a Anne de mi parte —se puso sus guantes y empezó a caminar hacia la salida. No estaba muy acostumbrada al ejercicio, y por eso mismo, sentía que los brazos le dolían un poco debido al esfuerzo.

Leah —la llamó al ver que abría la puerta—. Gracias por la ayuda. Y ven en la noche. Hay algo que necesito decirte, pero Anne quiere estar presente y... Ya la conoces.

¿Es algo malo? —su frente se arrugó y Larissa reprimió una sonrisa, porque le causana diversión el hecho de que Leah siempre esperaba lo peor.

No —se apresuró a decir—. Todo lo contrario, creo que es algo que te va a agradar mucho.

Leah asintió, aunque con desconfianza. Y Larissa se apresuró para ir en busca de Anne. Ella ya le había dejado varios textos en donde le expresaba su impaciencia, porque la comida del hospital le parecía insulsa y el olor a antisépticos la estaba volviendo loca.

El rostro de Anne se iluminó al ver a Larissa entrando en la habitación. Quería lanzársele y abrazarla. Que la cargara y besar su rostro hasta el cansancio. Larissa la vio con amor y le mostró una sonrisa también, mientras dejaba el bolso en el asiento.

Hola, cariño —la saludó. Anne no dijo nada, simplemente le extendió el brazo y ella lo aceptó con gusto, rodeándola con cuidado en un tierno abrazo—. ¿Cómo estás?

Te fuiste sin despedirte y te he extrañado mucho —se aferró a ella, aunque la clavícula le estaba empezando a doler.

No quise despertarte y además, tenía que dejar todo listo antes de venir. Te vas a lastimar —le dijo al notar que no quería soltarla. Anne suspiró y finalmente la dejó libre.

—¿Leah te ayudó? — ella simplemente asintió—. ¿Le dijiste ya?

No. Lo haremos juntas —se sentó un momento en el borde de la camilla y le acarició el rostro. Las heridas aún se veían rojas, y habían tenido que suturarle la del labio inferior. Larissa le apartó el fleco y observó el moretón. Ahora era más notable y se inclinó para dejarle un beso en la frente—. ¿Cómo te has sentido?

Me duele la muñeca —le dirigió una mirada fugaz al vendaje y volvió a verla a ella, mostrándole otro mohín—. ¿Podrías darme un beso? No me has dado un beso.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora