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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 14


Ilian cerró los ojos y disfrutó del aroma de Anne. Podía sentir la tibieza de la sangre contra su mano. Veía el tono azulado de las venas en su piel sedosa y pulcra y su deseo por ella aumentaba. La respiración de Anne era pesada, sus latidos se aceleraban cada vez más, hasta que en un momento sus ojos viajaron hacia una de las enredaderas que colgaba de una de las macetas.

Se esforzó por concentrar su energía en ella, pero la planta no estaba respondiendo. Anne estaba tan desesperada que no podía canalizar su energía con exactitud. Estaba luchando no solo contra el miedo, sino con el enojo y por un instante se lamentó no haber tomado esas clases de control de las emociones. Odiaba ver cómo ella misma entorpecía sus habilidades. Intentó respirar con normalidad, recordó el mantra de su madre y lo repitió en su mente con desespero.

En cuestión de segundos, la enredadera había crecido hasta subir por la pierna de Ilian, pero ella estaba tan cegada por el deseo que ni siquiera se dio cuenta de lo que Anne estaba haciendo. Bajó la otra mano hacia el muslo de Anne y dejó un fuerte apretón. Le besó el cuello hasta llegar a la clavícula y presionó sus colmillos ligeramente contra ella. Anne se quejó, pero continuó regulando su respiración, dejando que su poder creciera.

Sentirás dolor, pero valdrá la pena —le dijo en un susurro. Su voz era ronca, estaba perdiendo el control —Anne sintió el filo de los colmillos cortando la piel de su cuello. Soltó un jadeo y cerró los ojos con fuerza. Entonces fue Ilian quien empezó a sentir un dolor punzante en sus miembros inferiores. —Maldita sea —se quejó. Quiso liberarse, pero trastabilló y cayó de rodillas ante Anne.

Ella la vio desde arriba e hizo que todo su cuerpo quedara inmovilizado, incluyendo su cuello. Ilian se removía intentando soltarse, pero era en vano. Sus músculos dolían. Los fuertes tallos la rodeaban ejerciendo mucha presión, la cual aumentaba cada vez que intentaba soltarse. Y de no ser por su abrigo, las espinas la habrían hecho sangrar.

¿Qué se supone que me vas a hacer? Es una estúpida plantita —se burló. Anne arrugó la frente y empuñó las manos, haciendo que Ilian sintiera cómo su respiración se cortaba.

Es un ser vivo. Y para mí, tiene mucho más valor que tú —espetó con rabia.

Su rostro ardía. Anne no solo la estaba privando de oxígeno, sino que también estaba haciendo que su circulación se obstruyera. Ilian se sentía débil y si Anne continuaba ejerciendo presión sobre ella, eventualmente su cerebro y pulmones colapsarían. Sentía todo su cuerpo entumecido. Su visión empezaba a volverse borrosa y ya no podía distinguir el rostro de Anne, pero la seguía mirando con furia.

Y por primera vez, Anne vio desesperación en su mirada. La miraba luchar, gastar la poca energía y el oxígeno que le quedaba. Tenía el poder de asesinarla si quería. Podía hacer que Ilian muriera asfixiada, y le hizo creer que lo haría. Su cuello fue apretado con más fuerza, haciéndola soltar un jadeo. Sus pulmones ardían. Su corazón bombeaba cada vez más lento. Su sistema nervioso se estaba apagando.

Maldita sea, haz que pare —pidió en un hilo de voz.

¿Me vas a dejar en paz?

Sí, pero haz que pare cerró los ojos y abrió la boca, intentando captar un poco de oxígeno, pero era en vano.

Anne la tomó del mentón, como ella lo había hecho antes. Con fuerza y brusquedad. Se inclinó y sus rostros quedaron a pocos centímetros otra vez. La observó a los ojos por un momento y descubrió que ya no eran de un amarillo vibrante, sino opaco. Y se sintió aliviada por eso. Se permitió un minuto más porque quería grabarse esa imagen muy bien. Quería recordar más tarde cómo Ilian la miraba con temor.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora