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Capítulo 2


𝐿𝑎𝑟𝑖𝑠𝑠𝑎

Recordaba perfectamente la última vez que había visto a Anne. Cómo no hacerlo si todos los días pensaba en ella. En esa noche. Sin embargo, cuando lo hacía más de lo que debía, terminaba completamente fuera de mis casillas.

Y esos se convertían en mis peores días. Incluso semanas.

Aún así, por alguna razón, no podía odiarla. Me dolía admitirlo, pero no podía engañarme a mí misma. Aún la amaba. 

A pesar de ello, nunca pude comprender sus acciones. Por qué me prometió que huiríamos juntas, si al parecer sabía perfectamente que nunca cumpliría con esa promesa.

Por qué se fue sin decirme nada.

Sin mí.

Así que no tuve otra opción más que regresar a casa con mis padres.

Y la situación se tornó más desgarradora para mí porque ni siquiera podía confiar en ellos. No podía decirles lo que me sucedía.

Me di cuenta de que ya no tenía el apoyo de nadie y eso terminó por destruirme.

Pero no estuve en ese lugar por mucho tiempo.

Decidí mudarme a la capital para continuar con mis estudios superiores y cuando estuve lista, regresé a Jericó. Gracias a mi excelente currículum, y siendo una ex estudiante destacada, conseguí que me aceptaran y así formar parte de la junta directiva.

Aunque, siendo sincera, admito que tal vez mi apellido tuvo un poco de influencia en ello. Era lo único que le agradecía a mi familia después de todo.

Hasta que al final terminé convertiendome en la directora.

Y a pesar de los logros que había obtenido y que a la vista de todos era una mujer exitosa, nada me llenaba en realidad. Siempre me sentí incompleta. Fuera de lugar.

No importaba si obtenía todos los reconocimientos del mundo. Ninguno de ellos conseguiría llenar ese vacío.

El vacío que Anne dejó.

Ya ni siquiera sabía si aún estaba viva y eso para mí se había convertido en una tortura. Estuve casi veinte años sin tener noticias suyas.

Y viví con esa incertidumbre por mucho tiempo.

Hasta ese día.

El día que Leah me comentó que un correo muy particular había llegado a la cuenta de la institución, sin emargo, al principio no le di mucha importancia.

Y entonces me dijo que se trataba de alguien que solicitaba reunirse conmigo.

Decidí echarle un vistazo y solo me bastó leer el saludo. Nadie más que Anne se refería a mi como "florecilla silvestre".

Mis ojos viajaron buscando la dirección del remitente y entonces no pude continuar leyendo. Le pedí a mi secretaria que retirara la computadora de mi vista y que borrara el texto cuanto antes.

El resto de mi día se hizo eterno. No pude concentrarme en el trabajo y me vi en la obligación de tomarme el día libre.

Y admito que no fue una buena decisión.

Al no tener nada que hacer, mi mente le dio tantas vueltas al asunto que terminé siendo víctima de una terrible migraña.

Posterior a ese desagradable momento, le di claras instrucciones a Leah para que no me mencionara nada al respecto, por lo tanto ignoraba si Anne había vuelto a escribir en los días siguientes.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora