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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 12


Los dedos de Anne se enredaban en el largo y espeso cabello de Larissa. Habían llegado a su habitación y le estaba ayudando a deshacer su peinado, como en muchas ocasiones en el pasado. Ella permanecía en silencio. No había dicho una sola palabra desde que salieron de enfermería.

Y Anne estaba siendo paciente. No la iba a obligar a decir nada. Se quedaría ahí, a hacerle compañía hasta que se sintiera lista. En un momento se inclinó para besarla y después bajó la vista a sus manos. Las vio inquietas, golpeteando en su propio muslo. Larissa estaba ansiosa, así que se sentó a su lado y las tomó para tranquilizarla. Larissa recostó la cabeza sobre su hombro.

¿No me vas a preguntar qué fue lo que sucedió?

Dejaré que lo digas cuando tú quieras —expresó acariciando su mejilla.

Larissa pareció meditar por un momento. Ya no podía seguir ocultándolo, mucho menos a Anne. Aunque agradecía su comprensión, sabía que no podían iniciar su relación con secretos. Así que respiró profundamente y aclaró su garganta antes de empezar. Se sentía ligeramente nerviosa por la reacción que Anne podría tener.

¿Recuerdas el año en que Lucille dejó la academia? —Anne asintió—. Durante el baile de ese año me confesó que estaba embarazada -eso tomó por sorpresa a Anne, así que se alejó para verla, pero ella permanecía con la mirada fija en el piso. Se preguntaba por qué Lucille se lo había confesado a Larissa y no a ella, si eran mucho más cercanas—, pero que no quería tenerlo. Que ni siquiera estaba enamorada del padre del bebé, sino... De mí.

¿Qué? —preguntó con incredulidad. Su frente estaba arrugada y no comprendía absolutamente nada. Aunque las cosas empezaban a tener sentido. Por eso Lucille se esforzaba para agradarle a Larissa.

Me pidió que la ayudara —continuó, sin darle importancia a la reacción de Anne—. Sus habilidades la estaban torturando porque al parecer el proceso de gestación la volvía vulnerable. Yo estaba enamorada de ti, Anne. Y era una adolescente inexperta, no sabía qué hacer —su voz parecía firme, pero se podía notar desesperación en ella. Culpa y arrepentimiento.

Le dije que lo pensaría, pero no tenía intenciones de hacerlo. Además, nunca fuimos cercanas. Nunca nos llevamos bien. ¿Cómo se suponía que iba a ayudarla? —Anne la escuchana con atención y asentía a lo que escuchaba. Podía comprenderla—. Y una semana después, cuando la busqué para hablar con ella me llevé la sorpresa de que sus padres la habían sacado de la academia. Desde entonces nadie volvió a saber nada de ella —guardó silencio un momento. Parecía estar recordando—. Hasta ese día. Ella me contactó unas semanas después de la graduación.

¿Cómo? —estaba genuinamente intrigada. En algún momento escuchó que sus padres la habían enviado al extranjero. Sabían lo de su romance con ese chico normi, así que creyó que quizás lo habrían hecho por eso.

Me escribió —se levantó y caminó a donde permanecía su mesa de noche. Abrió el último cajón y de ahí saco un sobre. Anne lo observó con curiosidad cuando Larissa se lo tendió.

Me envió eso —Anne lo abrió y sacó una fotografía junto con una carta. Sus cejas se alzaron con sorpresa y parpadeó varias veces. Era Lucille y cargaba a un bebé.

¿Ella es..?

Leah —afirmó—. Puedes leer la carta, si quieres —Anne negó. Si Lucille únicamente había contactado a Larissa, era por una razón y no quería irrumpir en algo que consideraba muy íntimo. De algún modo sentía que estaría urgando en su vida—. Te contaré lo que dice igualmente.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora