Luna de miel 2 [extra]

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—Hola, mamis —Leah cargaba a Lou y sacudía su pequeña mano frente a la pantalla de la computadora. Jane estaba detrás de ellas aún en pijama y agitando el biberón para dárselo a Lou.

—La vas a hacer llorar, Leah —dijo Larissa. Anne, en cambio, se acercó aún más a la cámara y sonrió con amplitud.

—¡Hola, mi amor! —casi gritó—. ¿Cómo están? ¿Todo está en orden?

—Lou es la bebé más tranquila que he conocido —expresó Jane—. Y eso que tengo tres hermanos menores y fui niñera. ¿Ustedes cómo están? ¿Qué tal el viaje?

—Yo también quiero ir a Italia —murmuró Leah con un mohín y continuó jugando con Lou. Ella no paraba de reír y ni siquiera le prestaba atención a la imagen de sus madres.

—Anne vomitó en el ferri.

—¡Larissa! —la miró con sorpresa y arrugó la frente, al igual que los labios. Leah y Jane rieron, pero Larissa se contuvo porque Anne le dio un ligero codazo—. Pasas mucho tiempo con Leah y te está contagiando la imprudencia.

—Eso fue un golpe muy bajo —comentó Jane mientras tomaba a Lou para darle el biberón, ella lo aceptó en seguida y Leah frunció los labios.

—Lo fue —murmuró con molestia.

Continuaron conversando con ellas un par de minutos, hasta que llegó la hora del baño de Lou y no tuvieron otra opción más que acabar con la llamada. Además, habían planeado salir a dar un paseo por los alrededores.

—Este lugar es tan mágico —mencionó Anne. Caminaban tomadas de la mano por las estrechas calles de la isla y fotografiaban casi todo lo que veían.

—¿Ya habías venido, cierto? —preguntó Larissa.

—Hace un par de años. Y todo es igual a como lo recordaba, pero no deja de sorprenderme. ¿Y tú?

—Solo a Roma. Durante el mismo año que fui a Francia.

—¿Estuviste en Francia? —preguntó con sorpresa.

—Sí. Por un mes. ¿No te lo dije la vez que fuimos por la premiación? —Anne solo negó y trató de recordar, pero era en vano. Larissa no le había dicho nada—. Bueno, estuve en varias ciudades, incluida París. Fue justo después de convertirme en directora.

Anne alzó las cejas con sorpresa, pero no dijo nada más al respecto. Aunque le parecía increíble cómo habían estado en la misma ciudad sin haberse dado cuenta. Continuaron caminando hasta que llegaron a un pequeño local que Alessa les había recomendado para almorzar y Larissa sacó la silla para Anne. Ella le sonrió y le dio un corto beso antes de sentarse.

—¿Qué hiciste estando en Francia? —quiso saber Anne—. Es decir, ¿cuál era el motivo de tu viaje?

—En ese momento, Théo había sugerido la idea de extender la academia —frunció los labios y rodó los ojos al recordar eso, porque aunque la idea le parecía muy buena, en ese momento le causó muchos problemas—, abrir una sucursal, por así decirlo, en París. Y bueno, me reuní con él, pero no se llegó a ningún acuerdo y el proyecto se vino abajo.

Anne la miró con confusión al notar que había alzado las cejas. Y eso era porque Larissa estaba recordando.

—Ahora que lo pienso... —añadió—. Théo me dijo que quería presentarme a alguien. Una compañera suya con quien estaba trabajando en una investigación —ahora las cejas de Anne también estaban alzadas y por alguna razón su corazón se había inquietado—, pero supongo que no pudo debido a las complicaciones.

En ese momento uno de los chicos que atendía el local se acercó a su mesa y las saludó para levantar la orden. Pidieron pasta, por supuesto. Y una botella de vino tinto. Y Anne no podía dejar de pensar en lo que Larissa le había contado.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora