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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 9


Larissa acariciaba el cabello de Anne con mucha delicadeza, enredando sus dedos en él. No podía creer que eso estuviera sucediendo. De verdad estaba ahí, con ella, abrazándola, sintiendo su cuerpo contra el suyo. ¡La había besado! Y no se arrepentía en lo absoluto. No había ni una sola pizca de remordimiento en ella. Por primera vez en mucho tiempo se percibió viva y qué bien se sentía.

Anne, por su parte, reposaba la cabeza sobre el cálido pecho de Larissa, con sus manos rodeándola por la cintura. Estaba en la posición perfecta para escuchar sus latidos. Ahora más relajados, pero igual de reconfortantes. Tenía los ojos cerrados y respiraba lentamente, alargando sus inspiraciones lo más que podía para poder disfrutar del dulce aroma que la envolvía.

Por un momento, Larissa presionó su barbilla contra la cabeza de Anne y dejó escapar un suspiro. Sintió una punzada en su corazón y quiso llorar. La estrujó con más fuerza y Anne se estremeció. Podía percibir que algo le sucedía, así que se separó unos pocos centímetros para conseguir verla a los ojos.

¿Estás... bien? —indagó con temor. No quería decir nada que arruinara el momento. No quería asustarla. Ya en otras ocasiones Larissa la había echado y no iba a poder soportar que eso pasara una vez más.

¿Eres un sueño? —le preguntó con la mirada llena de nostalgia. También parecía que su voz estaba a punto de quebrarse.

Anne tuvo que estirar sus brazos para alcanzar su rostro, pero logró hacerlo y lo acarició con mucha dulzura. Quiso reír al ver cómo su labial ahora estaba esparcido por su piel ya no tan pálida, pero no era el momento. Larissa simplemente la admiraba. Estudiaba su rostro a detalle. Quería impregnar esa imagen en lo más recóndito de su memoria.

Estoy aquí —respondió casi en un susurro— Estamos juntas, Larissa. Finalmente estamos juntas —dijo esta vez en voz alta. Tomó sus dos manos y les dejó un beso en los nudillos. Quería hacerla sentir segura, demostrarle que era absolutamente real.

Guió su mano hasta su mejilla e hizo que la tocara, que deslizara sus dedos sobre su mentón, bajando por su cuello y pasando por sus clavículas. No quería ir más lejos. Larissa estaba notablemente conmocionada y no la iba a forzar a nada, así que soltó su mano para volver a abrazarla.

Larissa Weems. ¿Me dejarás cuidar de ti? —preguntó con los ojos cerrados, sintiendo cómo el pecho de Larissa subía y bajaba con tranquilidad, haciéndola sentir en paz a ella también.

Su corazón empezó a latir con fuerza otra vez. Anne estaba nerviosa. Temía por la respuesta. Pero ya estaba ahí y ahora solo le tocaba esperar, aunque los segundos se le estaban haciendo eternos. Y sin importar qué decisión tomara Larissa, ella la iba a respetar. Eso era indudable.

Eres todo lo que quiero, Anne —Larissa tenía mil pensamientos azotando su mente, mil dudas queriendo doblegar su felicidad. Pero esta vez no estaba dispuesta a dejarla ir. Tomó su rostro y la miró a los ojos—. Eres todo lo que necesito. Mi vida siempre fue mucho mejor contigo —confesó—. Y esa es la única verdad que me importa.

Anne sonrió y dejó escapar un suspiro de satisfacción. Era todo lo que quería escuchar. Aunque no le gustaba la idea de saber que Larissa la culpaba por lo que sucedió. Pero ya tendrían tiempo de aclarar eso después. Ahora su pecho se hinchaba de felicidad. Por un momento pensó que su corazón iba a explotar si seguía bombeando de esa forma. Larissa rió casi llorando. Y una vez más, sus labios se encontraron en un beso desbordante de amor.

Ambas se deshicieron en él, entregaron todas las emociones y sentimientos que habían estado guardando y reprimiendo por tantos años. Y a pesar de eso, pensaban que ese era el tiempo perfecto. Ni antes, ni después. Era ese el momento que estaba destinado para ellas. No había podido ser mejor ni más preciso.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora