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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 10

El resto de la semana había pasado con mucha lentitud según Larissa. Y después de la pequeña discusión que tuvo con Anne, hizo un esfuerzo para no buscarla y darle tanto a ella como a sí misma su espacio. Debía aclarar su mente, entender lo que sentía y pensaba. Además de que tenía muchas cosas que hacer en cuanto al trabajo.

Y se habían encontrado únicamente un par de veces en el estacionamiento en las mañanas, cuando Anne llegaba y Larissa tenía que salir a algunas reuniones fuera de la academia. Simplemente se miraban a la distancia, saludándose con la cabeza o con la mano. Ni siquiera se animaban a llamarse o a enviarse textos.

Por una parte, Anne no la quería presionar. Imaginaba y comprendía lo difícil que podía ser esa situación para ella. Larissa siempre había sido muy desconfiada gracias a la relación con sus padres y lamentablemente todo apuntaba a que eso la seguía afectando aún muchos años después.

El viernes llegó y las clases terminaron. Anne seguía en el invernadero acabando de guardar sus cosas y asegurándose de dejar todo en orden. Todos los estudiantes estaban muy emocionados por el festival anual y le habían contagiado de su buen ánimo, así que les prometió que iría a echar un vistazo ella también. Se preguntaba si Larissa iría.

Hola —escuchó a sus espaldas. Recogió el libro que se le había caído por la sorpresa y volteó rápidamente. Larissa estaba de brazos cruzados, apoyando su cuerpo contra el marco de la puerta. Fue como si la hubiera llamado con sus pensamientos.

Hola —respondió fríamente mientras limpiaba los rastros de tierra del escritorio.

Larissa se acercó y la ayudó a ordenar los libros y a devolver a su lugar todas las plantas y materiales de jardinería que había tomado para dar la clase. Anne la miró por un momento y cuando notó que estaba volteándose, desvió la vista y cruzó sus brazos.

¿Podemos hablar? —preguntó recorriendo el lugar con la vista. Se estaba dando cuenta de que Anne si tomó su sugerencia después de todo y ahora habían muchas más flores ahí.

¿De qué? —tomó su bolso y lo acomodó sobre el hombro, aferrándose a él. Ya estaba lista para irse, todo había quedado en orden. Y por alguna razón se sentía nerviosa.

De nosotras —Larissa ladeó la cabeza e intentó tomar la mano de Anne, pero fue en vano. Ella se apartó para impedírselo.

Me parece que no hay un «nosotras» —su pecho se oprimió al escucharse a sí misma diciendo aquello, pero esa era la realidad. Larissa la miró con sorpresa e incredulidad. De verdad Anne estaba muy molesta y dolida.

Sabes que eso no es cierto, Anne —muy en el fondo quería creer que no lo había dicho en serio-. Lo dices porque estás enojada. Y con mucha razón —admitió—, me porté muy mal contigo ese día.

¿Solamente ese día? —cuestionó arrugando la frente. Cruzó sus brazos y le sostuvo la mirada sin titubear, aunque se estaba muriendo de ganas por besarla. Su atuendo no solo remarcaba su cintura, sino también sus pechos y le resultaba una tortura tenerla tan cerca y no poder tocarla. —Tengo que irme —añadió. Ya no podía resistirse.

Tomó en sus manos los libros que ya no alcanzaron dentro del bolso e intentó salir, pero Larissa la sujetó de la muñeca e hizo que se detuviera.

¿Tienes algo que hacer esta noche? —Anne la miró con curiosidad y negó. La mano de Larissa estaba fría, así que se soltó de inmediato. —Te espero en la feria entonces.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora