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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 11


¿Me amas? —preguntó Anne contra los rojos labios de Larissa. Sus lágrimas habían llegado hasta ellos y al igual que sus mejillas, ahora también ellos estaban húmedos.

Infinitamente —con mucha suavidad rozó su nariz con la nariz de Anne y le dejó un corto beso en la punta. La percibió fría, así que la abrazó más fuerte—. Y no pienso dejarte ir.

No planeaba ir a ningún lado —respondió con una sonrisa y admirando sus ojos. La luz de la luna se reflejaba en ellos y los hacía lucir más azules, simplemente hermosos—. Tú eres mi hogar, Larissa.

Ahora estaba contra el auto. La mano de Larissa le sostenía el rostro mientras que la otra reposaba en su cintura. En un momento la sintió correr el abrigo para abrirse paso dentro de él, pegándola más contra sí, deslizando la mano hasta llegar a su espalda baja. Subía y bajaba lentamente por todo ese espacio.

Jugaba con la tela de su camisa, le dejaba ligeros mordiscos en el labio inferior, besaba todo su rostro, dejando pequeñas marcas rojas en él. Todo a su alrededor había desaparecido. No había ruido, ni gente que les importara. Perdieron, incluso, la noción del tiempo.

Debes regresar —le dijo Anne soltando un jadeo. Sus pulmones le exigían oxígeno.

No quiero separarme de ti. Nunca más.

Anne la abrazó y escuchó los latidos de su corazón. Relajados, igual a los suyos. Ese sonido provocaba en ella una paz inexplicable, así que cerró los ojos y permaneció así un par de segundos, hasta que sintió cómo sus pies se alejaban del suelo. Larissa la cargó y la dejó sobre la cajuela del auto.

Hizo que abriera sus piernas y se ubicó entre ellas, dejando las manos sobre los muslos de Anne. La besó una vez más antes de empezar a hacer todas las preguntas que habían estado invadiendo su mente. Anne marcó el ritmo. Ahora era ella quien aprisionaba el labio inferior de Larissa y lo mordía ligeramente, haciéndola reír y suspirar cada vez.

Si sigues haciendo eso perderé el control —bromeó, pero ella la ignoró y lo hizo una vez más, por lo que Larissa volvió a reír. Anne sintió cómo su pequeña cintura era presionada con fuerza y cómo esos largos dedos se enredaban en su cabello.

Está bien, está bien —se rindió-. Este no es el momento—. Vio a Larissa fruncir los labios al ser detenida y eso le pareció demasiado tierno.

¿Qué hiciste en todos estos años? —preguntó finalmente—. ¿Dónde está tu padre?

Anne suspiró con pesadez. De algún modo le parecía que era demasiado pronto para hablar de eso. Es decir, la muerte de su padre apenas había sido un par de meses atrás. No se sentía lista, sin embargo, con Larissa todo fluía fácilmente. Siempre fue así.

Decidió retirarse de Nevermore y quiso regresar a Francia. Yo no quería. Quería buscarte... —al escuchar eso, el corazón de Larissa se estrujó. Anne la vio desviar la mirada y suspirar, dejando escapar su aliento que casi podía verse aún en la poca claridad. Entonces supo que sin duda esa parte le había afectado.

Pero me convenció de que lo mejor sería irnos —continuó—. Y después de meditarlo, lo encontré correcto. El recuerdo de Claire y mi madre era muy fuerte en este lugar. Y me sentía culpable, así que creí que de cierto modo se lo debía. Debía complacerlo—. Larissa la miró con compasión. Ella también conocía ese sentimiento más que nadie

Nos fuimos y decidí aplicar para la universidad. Él ahí tenía antiguos amigos, maestros igual a él. Así que no fue difícil para mí entrar. Sus habilidades redujeron, se debilitaron. Él también lo hizo y por ende enfermó —se detuvo un momento y observó a su alrededor, preparándose para pronunciar las esas palabras que aún le parecían irreales—. Murió hace unos meses, antes de que decidiera volver.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora