22

497 59 43
                                    

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 22


Las manos de Larissa se movían con torpeza en el cuerpo de Anne. Había extrañado cada centímetro de ella y no quería soltarla ni un segundo, y la besaría hasta el último aliento, aunque sus pulmones llegaran a colapsar.

Anne continuaba llorando y los sollozos no le permitían corresponder adecuadamente, sin embargo, tampoco quería alejarse de ella. Se sentía triste y no sabía por qué. Si se suponía que eso era lo que había estado deseando todo ese tiempo.

Te extrañé demasiado —dijo Larissa aún contra sus labios. Estaban húmedos debido a las lágrimas y ambas podían percibir el sabor salado en ellos.

Presionó su frente contra la de Anne y cerró los ojos. Quería disfrutar de ese momento, quedarse ahí para siempre y no volver a separarse de ella jamás. Pero Anne lo hizo. La soltó y retrocedió un paso. La miró a los ojos un segundo y suspiró al notar la humedad de su rostro.

—¿Tomaste vino? —preguntó mientras limpiaba sus lágrimas.

Un poco —se acercó para besarla una vez más, pero Anne giró el rostro y Larissa sintió que algo en su interior se rompía.

¿Y estabas segura de que querías besarme?

Por supuesto —la tomó de la mano que aún estaba en su mejilla y después de permanecer así unos segundos, Anne la soltó, haciendo que Larissa la mirara con confusión—. Te he dicho que te extraño, Anne. ¿Acaso tú no?

—¿Cómo puedes creer que no? He llorado cada noche por ti. Pero ya has hecho esto en varias ocasiones, Larissa. Te acercas a mí, me besas. Me dices que me amas y después te arrepientes. Y no podría soportarlo una vez más —se vio interrumpida por un sollozo, pero se esforzó por respirar muy profundo y aclaró su garganta antes de continuar—. Y has tomado alcohol. Seguramente mañana me dirás que no puedes hacer esto.

Yo te amo, Anne. Y quiero estar contigo —le dolía ver su actitud, pero en el fondo reconocía que Anne tenía razón y le resultaba aún más doloroso porque sabía que ella misma era la responsable de que esas dudas le surgieran.

Y yo quiero que me lo digas cuando estés completamente sobria —le sostuvo la mirada, pero Larissa no fue capaz de hacer lo mismo—. Aunque sospecho que no te atreverías.

Intentó caminar hacia la puerta, pero ella la tomó del brazo. Anne volvió a verla, mostrándole que estaba ligeramente molesta y quiso soltarse, pero entonces Larissa la tomó de la cintura otra vez, haciendo queella cerrara los ojos un momento. Anne quería besarla nuevamente, pero sabía que debía contenerse.

Lo haré —dijo Larissa con firmeza—. Arreglaré todos mis problemas, es una promesa. Porque no pienso perderte otra vez, Anne. Leah me hizo entender que he estado haciendo todo mal. Así que ya lo verás —buscó sus manos y para su sorpresa, Anne no las apartó, así que le dejó un beso en los nudillos—. Estaremos juntas otra vez.

Anne suspiró y aunque le parecía algo sorprendente, la realidad era que se sentía tranquila. Ya no estaba triste, ni molesta. Simplemente tranquila. Porque sabía que Larissa iba a cumplir su palabra. Y entonces la abrazó. Como nunca antes lo había hecho. Y lloró también. Porque ese abrazo era todo lo que había estado necesitando para sentirse bien. Solo ella podía consolarla, porque, como una vez le dijo, ella era su hogar.

Y yo te estaré esperando —le dijo en voz baja—. No quiero perderte otra vez, Larissa. No lo soportaría.

Permanecieron así un momento, disfrutando de su calor, mientras Larissa acariciaba su cabello con suavidad y Anne aspiraba su aroma. Estaban felices de cierto modo, porque ahora tenían la certeza de que su amor no se había acabado, todo lo contrario, ahora ambas se esforzarían para superar ese momento de oscuridad. Y Anne pensaba que debía descubrir la verdad, porque solo de ese modo lograrían estar en paz.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora