Capítulo 25: La fiesta

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Joder.

Eso fue lo primero que pensé al ver que la casa del amigo de Julio era más parecida a una mansión que a una casa.

-No mencionaste que tu amigo es rico- dije mientras bajaba de su camioneta y miraba a mi alrededor con asombro.

Él se rió.

-Él no, sus padres sí. Tienen una empresa familiar...

-El hijo es guapo, sale con chicas como él, juega al básquet, era el popular en la escuela donde sacaba notas buenas y le hace pensar a todos que su vida es fantástica cuando en realidad es una gran mierda. ¿Me equivoco?

Julio me mira con perplejidad a mi lado.

-¿Cómo sabes...?

-Es la típica historia, no he adivinado nada.

Hizo una mueca.

-Sí, es exactamente todo lo que has dicho.

-¿Dónde lo conociste?

-Trabajé con él durante un tiempo en su empresa familiar.

Caminamos por el camino de piedras donde minutos antes pasamos con la camioneta buscando un lugar para estacionar y descubrimos que había un estacionamiento en el fondo de la propiedad.

La casa-mansión, porque así debería llamarse, estaba ubicada en medio del terreno. Constaba de una gran entrada con una hermosa puerta de madera, resaltaba el color de los ladrillos que le daba un aspecto a vieja pero bonita. Además, varias flores colgaban de los tres balcones, tenía un porche espacioso con una cómoda hamaca para descansar y tenía unos ventanales tanto en frente como al costado de la mansión muy vistosos. El camino de piedra iba desde la entrada al terreno hasta los pequeños escalones que había que subir antes de toparse con el porche y la puerta de madera, junto al camino, una fuente, que en esos momentos tenía luces de muchos colores iluminándola y curiosamente, había varias parejas besándose descaradamente.

Aparté la vista al verlas y arrugué la nariz en señal de disgusto, cuando sentí el contacto de la mano de Julio sobre la mía le sonreí y al seguir inspeccionando vi que había mucha gente. Cuanto más nos acercábamos a la mansión más fuerte se escuchaba la música, a mi nunca me había gustado el volumen tan alto pero intenté no prestarle atención. Cuando llegamos a la entrada, antes de subir las escaleras, nos encontramos con tres chicos que estaban haciendo una especie de fogata y tenían unas cervezas en las manos.

-Hola chicos- mi novio los saludó con un breve abrazo y yo me mantuve al margen hasta que todos me miraron- les presento a mi novia, Clara.

Me inspeccionaron unos segundos un poco incómodos hasta que se acercaron y me dieron un beso en la mejilla saludándome, les devolví la amabilidad.

-Me llamo Gabriel, un placer.

-Joaquín.

-Alan.

Uno de los chicos, que si mal no recuerdo se llamaba Joaquín, era bastante parecido al que tenía al lado, Alan, supuse que eran hermanos. Compartían los mismos rasgos y tenían los mismos ojos verdes, la altura y el físico. La única diferencia era el pelo de Joaquín que lo tenía más claro que Alan. Y Gabriel me pareció un buen chico desde el principio, ojos y pelo castaños y una sonrisa muy bonita.

Les dediqué una breve sonrisa al aceptar la cerveza que me ofrecieron y me senté junto a mi novio.

Al principio hablaban de cosas que yo no entendía, como el trabajo y todo lo relacionado con la empresa familiar. Decidí quedarme callada y limitarme a tomar de mi cerveza hasta que los tres chicos se alejaron para saludar a otras personas.

Lo increíble de ser nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora