Capítulo 40: La noticia II

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CLARA RODRÍGUEZ

Me he pasado toda mi vida escuchando a las personas opinar sobre mi y mi cuerpo. Cuando tenía solo unos meses de edad, el cura de la iglesia le dijo a mi madre que sería una modelo, los médicos siempre resaltaban el hecho de que tenía unos ojos preciosos y un buen cuerpo, la gente en la calle o en los supermercados a veces me decía "que ojos tan lindos" o "me encantan tus ojos, son tan bonitos" y yo solo sonreía y les agradecía.

Desde pequeña siempre he tenido en claro mis objetivos, me miraba al espejo y no dudaba de mi, me gustaba el reflejo, lo que él me devolvía. Aunque mentiría si no dijese que a pesar de eso he dudado, todos lo hemos hecho alguna vez. Una vez leí que nosotros somos los peores jueces, siempre resaltamos esos dos kilos demás, esos granos que te impiden tener una cara perfecta o lo lindo que sería si tuviésemos el pelo rubio o los ojos celestes y no puedo estar más de acuerdo con que somos los peores jueces cuando se trata de nosotros, el cambio empieza por uno. Yo he tenido la suerte de sentirme bien conmigo misma toda la vida porque fui capaz de darme cuenta que todos los cuerpos y todos los ojos son bonitos. Y que como leí una vez, hay belleza en uno mismo aunque sea imperfecta.

-¿Clara? ¿Me escuchas cariño?

-Perdona mamá, ¿qué decías?

Ella sonríe.

-Que si quieres más agua.

-Ah. No, gracias.

Hoy es víspera de año nuevo, o lo que otras personas conocen como nochevieja.

Hace casi dos semanas vinimos con Julio a Argentina para pasar aquí las fiestas con nuestras familias ya que la madre de mi novio se lo propuso hace un tiempo y me pareció una buena idea. He conocido a mis suegros y Julio a los suyos, al principio ha sido un poco incómodo pero ahora me tratan como si fuese su hija, mi suegro es una persona adorable y también le gusta leer así que nos hemos pasado bastantes horas hablando sobre libros, mi suegra es muy educada y tranquila. Las hermanas de Julio me tratan muy bien y el sobrino de él me recuerda a mis sobrinas, con quienes empezó a jugar enseguida cuando las vio.

-¿Estás bien?

Mi mamá es una mujer con un cuerpo menudo y bajita de altura. Los ojos marrones que heredó mi hermana nunca perdieron el brillo y su pelo castaño oscuro pelea con algunas canas para tomar el poder. Ella y yo siempre hemos tenido una relación muy buena, quizá porque nos parecemos más de lo que admitiríamos.

-Sí mamá, estoy bien.

-Hija, Julio es un chico encantador. Me alegro mucho de que estés con él.

-Gracias.

-Será un buen padre.

-¡Mamá!

-Solo decía- ella sonríe.

-Mamá, deja tranquila a mi hermanita- Sabri aparece detrás mío y se sienta a mi lado en una de las altas butacas que hay en la cocina.

-Gracias- le susurro.

Ella me guiña un ojo.

-¿Quieren ver la ecografía que me hice?

-Sí, por favor. Muero por conocer a mi nuevo sobrino. O sobrina.

-Y yo a mi nieto- dice mi mamá.

-El sexo todavía no se sabe, es muy temprano.

-Yo no sé como voy a ser capaz de esperar tanto para saberlo- me quejo.

Lo increíble de ser nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora