Capítulo 61: Papá

4 1 0
                                    

JULIO CORTÉS

Mi novia me acaba de avisar que se quedará unos días más en Italia para ayudar a Sabri en lo que necesite.

Suspiro y tomo otro trago de mi cerveza. Hay cosas que en la empresa ya se solucionaron gracias a propuestas que he hecho pero aún así quedan muchas cosas por resolver, hago una pila con algunos papeles y mi celular me interrumpe cuando suena.

Es mi papá.

-Hola, ¿está todo bien?

-Hola hijo. Sí, solo quería avisarte que la quimioterapia que está haciendo tu mamá está funcionando aunque un poco menos que la última vez. Por ahora no es nada para preocuparse según los médicos, mientras todo se controle no va a alcanzar a a ser un problema grave.

-Gracias por decirme, cualquier cosa avísame, ¿sí? Ya lo sabes.

-Claro hijo. ¿Cómo estás?

-Bien papá, tenemos algunos problemas en la empresa pero nada que no pueda solucionar.

-Suerte con eso.

-Gracias.

Por varios segundos ninguno de los dos dice nada hasta que él vuelve a hablar, escucho que suspira antes de hacerlo.

-Hijo, hace unos días que quiero decirte algo.

-Te escucho.

-No es algo muy importante solo que... me siento culpable por habernos alejado un poco de ti pero todo esto de tu madre nos tiene tan ocupados a todos que no...

-Papá, para ahí- lo interrumpo- sé a dónde quieres llegar y ambos sabemos que tuve la mejor infancia que mamá y tú me pudieron dar, tengo casi treinta años y ya soy un hombre, ¿no crees?

-Sí.

-¿Entonces? Sé que te lamentas por no estar para mí todos los días o esas cosas absurdas que dices, pero tú eres grande, yo también, ambos hacemos lo mejor que podemos. Yo tampoco estoy tan pendiente de ustedes como me gustaría y aunque pasemos casi un mes sin hablar sé que ustedes, mi familia, están a una llamada de distancia. Y con eso me basta y me sobra papá.

-Lo sé- susurra.

-No te disculpes más por eso por favor. Eres el mejor padre que pude tener, y no, aún no soy papá pero si algo sé es que puede sonar un poco feo pero nadie tiene que dejar de vivir por los hijos, porque ser padre no significa estar las veinticuatro horas del día al lado de tu hijo solo por si le paso algo, por si te necesita, por si tiene miedo, por si quiere preguntarte algo, por si... no, no es eso. Ser padre es dejar que tu hijo sea libre, independiente, acompañarlo a algunos lugares y dejar que vaya solo a otros para que aprenda por él mismo, para que en un futuro pueda vivir sin depender de nadie, solo de él. Hay que dejarlo que se caiga pero hacerle saber que estarás ahí cuando necesite un hombro donde llorar y alguien que le cure las heridas que le provocó esa caída. Ser padre es la tarea más difícil y hermosa que alguien puede tener, y como muchos dicen, nadie nace sabiendo cómo serlo, se aprende. ¿Cometiste errores? Sí, varios. Pero me dejaste caer y me limpiaste las heridas todas las veces papá, me preparaste para el mundo mostrándome lo bueno y lo malo de él, por eso no te disculpes más. Hiciste lo mejor que pudiste, todas las veces. Y que alguien dé lo mejor de si mismo solo porque piensa que valgo la pena... para mi es más que suficiente.

Siento como mi padre se seca las lágrimas del otro lado del teléfono y por primera vez en mucho tiempo me dan ganas de estar con él y abrazarlo. Aunque ahora que lo pienso bien, siempre quiero hacerlo pero recién ahora lo acepto y me permito pensarlo.

-Papá no llores por favor.

-Perdón hijo, es que tus palabras me conmovieron. ¿Qué hicimos para merecerte con tu madre?

Sonrío aunque la única que puede verme es Luna quien está comiendo muy concentrada en su plato.

-Hay veces que me pregunto lo mismo- bromeo.

Lo escucho reírse y me tranquiliza saber que de verdad están bien y las cosas están mejorando.

-Hijo, tengo que dejarte porque me voy a bañar y luego voy al hospital para estar un rato con tu mamá.

-Está bien, mándale un gran beso de mi parte.

-Lo haré.

-Adiós.

Dejo el celular arriba de la mesa ratona y me acuesto en el sillón, miro el techo durante varios minutos y logro poner mi mente en blanco, es algo que hemos estado practicando con Ignacio la últimas sesiones y me ha servido de mucho aprender a hacerlo. Si el Julio de hace unos meses me viera hacerlo con tanta facilidad cuando a él le resultaba prácticamente imposible estaría orgulloso de mi, de él mismo en el futuro.

Me levanto con una nueva idea en mi mente, sonrío al saber que a Clara le gustará. Entonces voy al baño, me miro en el espejo y me acomodo el pelo con los dedos. Luego agarro la billetera y las llaves y salgo de casa.

Lo increíble de ser nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora