CLARA RODRÍGUEZ
El viernes celebramos el cumpleaños de mi cuñado, el sábado ayudamos a mi hermana en todo lo que pudimos como lavar la ropa, limpiar la casa o hacer la cena, aunque ella no haya estado de acuerdo con eso. Y el domingo volvimos a España.
Hubo cambios en mi vida.
A Sofía le iba de maravilla en Australia, Pamela tuvo un éxito increíble con su nuevo libro, Juliana comenzó a vivir con ella y consiguió trabajo en una escuela de arte muy importante en Madrid. Quedábamos las tres todos los miércoles y sábados para salir o simplemente sentarnos a hablar.
A raíz de que Sofía ya no está aquí, Julio y yo comenzamos a vivir solos en el departamento que antes compartía con mi amiga.
Noviembre llegó y con él el cumpleaños de mi hermana, el tercer mes que festejábamos Julio y yo como novios y un proyecto muy especial y personal que comencé y le fui dando forma a medida que el tiempo pasaba: leer una novela que escribí hace mucho tiempo, cuando tenía catorce años. Al hacerlo me encontré con un montón de recuerdos bonitos y cosas para acomodar, así que cuando no trabajaba me concentraba en corregir mis propios errores y hacer de aquella novela algo presentable.
Una idea que comenzó como un chiste y en la que cada día pensaba más, ¿Qué era lo que mis amigas me dijeron una vez? ¿Que tenía talento para escribir y que la editorial donde trabajaba estaba desperdiciándolo? Sí, eso. Estuve a punto de presentar mi novela tres veces pero algo siempre me detenía: la inseguridad ante lo desconocido. ¿Y si no era tan buena como todos decían y terminaba siendo un fracaso? ¿Y si ni siquiera les gustaba mi material? El mundo de la escritura y la publicación no es fácil, yo lo sabía más que nadie porque me dedicaba a eso.
-Clara, si alguien puede hacerlo eres tú. Confío en ti. Además he leído tu novela y es increíble, te irá muy bien- el último sábado del mes fui a la casa de mis amigas y Pamela intentaba convencerme cada vez que me veía de que me anime a presentarla en la editorial donde trabajo.
Suspiro y termino de comer la porción de pizza.
-Lo voy a pensar mejor, creo que me estás convenciendo.
-Me alegro, y hazlo- me señala con el cuchillo y Juliana se ríe.
-Amiga, ella tiene razón. Puedes hacerlo.
Le sonrío.
-Está bien, lo haré.
Las dos festejan con un baile ridículo y vuelven a sentarse delante de mi.
-¿Cómo les va compartiendo la casa?
-Muy bien.
-Genial.
Pamela abraza a Juliana.
-Pero aún no me acostumbro a sus ronquidos. A pesar de estar en cuartos separados.
-¡Oye! Yo no ronco- se queja ella.
-Claro que sí, un día te voy a grabar.
Juliana le pega en la cabeza y yo me rio.
-¿Y a ti cómo te va con Rodrigo?
-Oooh, esa fue buena.
Choco los puños con Juli porque ambas sabemos que a nuestra amiga no le gusta hablar mucho sobre su vida amorosa, Pamela nos da una mirada de reproche.
-Somos una pareja preciosa que hace el amor a menudo.
-Está bien, ya entendí. Te molesté. Y por favor ahórrate los detalles, no quiero vomitar- Juliana alza las manos en señal de rendición.
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Lo increíble de ser nosotros
Romantik¿Qué harías si el chico del que estuviste toda tu vida enamorada se vuelve a cruzar en tu camino? Clara es una editora de libros que se va de vacaciones con sus amigas pero lo que menos espera es encontrarse con el chico que, en su adolescencia, hiz...