Capítulo 37: Cambios

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CLARA RODRÍGUEZ

El viernes celebramos el cumpleaños de mi cuñado, el sábado ayudamos a mi hermana en todo lo que pudimos como lavar la ropa, limpiar la casa o hacer la cena, aunque ella no haya estado de acuerdo con eso. Y el domingo volvimos a España.

Hubo cambios en mi vida.

A Sofía le iba de maravilla en Australia, Pamela tuvo un éxito increíble con su nuevo libro, Juliana comenzó a vivir con ella y consiguió trabajo en una escuela de arte muy importante en Madrid. Quedábamos las tres todos los miércoles y sábados para salir o simplemente sentarnos a hablar.

A raíz de que Sofía ya no está aquí, Julio y yo comenzamos a vivir solos en el departamento que antes compartía con mi amiga.

Noviembre llegó y con él el cumpleaños de mi hermana, el tercer mes que festejábamos Julio y yo como novios y un proyecto muy especial y personal que comencé y le fui dando forma a medida que el tiempo pasaba: leer una novela que escribí hace mucho tiempo, cuando tenía catorce años. Al hacerlo me encontré con un montón de recuerdos bonitos y cosas para acomodar, así que cuando no trabajaba me concentraba en corregir mis propios errores y hacer de aquella novela algo presentable.

Una idea que comenzó como un chiste y en la que cada día pensaba más, ¿Qué era lo que mis amigas me dijeron una vez? ¿Que tenía talento para escribir y que la editorial donde trabajaba estaba desperdiciándolo? Sí, eso. Estuve a punto de presentar mi novela tres veces pero algo siempre me detenía: la inseguridad ante lo desconocido. ¿Y si no era tan buena como todos decían y terminaba siendo un fracaso? ¿Y si ni siquiera les gustaba mi material? El mundo de la escritura y la publicación no es fácil, yo lo sabía más que nadie porque me dedicaba a eso.

-Clara, si alguien puede hacerlo eres tú. Confío en ti. Además he leído tu novela y es increíble, te irá muy bien- el último sábado del mes fui a la casa de mis amigas y Pamela intentaba convencerme cada vez que me veía de que me anime a presentarla en la editorial donde trabajo.

Suspiro y termino de comer la porción de pizza.

-Lo voy a pensar mejor, creo que me estás convenciendo.

-Me alegro, y hazlo- me señala con el cuchillo y Juliana se ríe.

-Amiga, ella tiene razón. Puedes hacerlo.

Le sonrío.

-Está bien, lo haré.

Las dos festejan con un baile ridículo y vuelven a sentarse delante de mi.

-¿Cómo les va compartiendo la casa?

-Muy bien.

-Genial.

Pamela abraza a Juliana.

-Pero aún no me acostumbro a sus ronquidos. A pesar de estar en cuartos separados.

-¡Oye! Yo no ronco- se queja ella.

-Claro que sí, un día te voy a grabar.

Juliana le pega en la cabeza y yo me rio.

-¿Y a ti cómo te va con Rodrigo?

-Oooh, esa fue buena.

Choco los puños con Juli porque ambas sabemos que a nuestra amiga no le gusta hablar mucho sobre su vida amorosa, Pamela nos da una mirada de reproche.

-Somos una pareja preciosa que hace el amor a menudo.

-Está bien, ya entendí. Te molesté. Y por favor ahórrate los detalles, no quiero vomitar- Juliana alza las manos en señal de rendición.

Lo increíble de ser nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora