Los días pasaron y cuando quisimos darnos cuenta, hacia una semana que habíamos llegado.
-¿Hace cuánto que no habláis?
-Desde que me invitó a cenar en la playa- nos encontrábamos esperando en la fila del supermercado con Pamela y hablábamos sobre Julio.
Estábamos otra vez en el supermercado, sí. Pero es que cuando Sofía atacaba la heladera no quedaba nada. Y también debo admitir que el resto de las chicas comíamos bastante seguido.
-Cretino.
-¡No lo insultes!. No se qué esperaban ustedes pero solo me invitó a cenar para terminar nuestra conversación.
-Y esas luces en los árboles, velas y las veinte veces que insinuó que eras hermosa no significaron nada-. Dijo mirándome y levantando las cejas.
Quizá les había dado demasiados detalles a mis amigas.
Noté que me ruboricé cuando su sonrisa se expandió antes de que nuestra conversación se cortara porque era nuestro turno para pagar.
Cuando salíamos del supermercado y el sol mañanero nos recibía junto a los edificios blancos, avenidas o calles anchas y mareas de gente yendo a diferentes direcciones retomó la conversación:
-Hazme caso. Soy una escritora de romance y cuando te digo que lo has vuelto a enamorar es porque así es.
-Justamente porque eres escritora de romance no debería hacerte caso, para ustedes cualquier pequeño indicio es amor eterno.
Caminamos todo el trayecto en silencio hasta llegar a nuestro edificio.
-No creo que alguna vez haya sentido algo por mi- dije de golpe
-Yo creo que sí.
-Y yo que no.
-¡Ya veremos quien tiene razón!- dijo mi amiga mientras yo subía por las escaleras de dos en dos,riéndome y dejándola sola en la planta baja del edificio con las bolsas de la compra mientras ella negaba con la cabeza.
Esa misma tarde Sofía y Juliana se fueron a seguir recorriendo la ciudad y luego irían a una pequeña fiesta.
Pamela y yo tuvimos que quedarnos en el departamento porque le habían mandado un e-mail desde la editorial que iba a publicar su libro, diciéndole que adelantarían la fecha una semana, lo que significaba que solo faltaban tres. Asi que no quise dejarla sola. En ese momento acababa de terminar la videollamada con su actual editora.
-Me siento mal por ti, deberías haber ido con las chicas.
-Pame, solo tu editora y yo sabemos lo que te costó escribir ese libro y aun no lo terminas, quiero quedarme contigo y ayudarte si puedo.
-Gracias-.Dijo mientras me daba un abrazo.
-No hay nada que agradecer.
-Siempre siento que tengo una gran responsabilidad encima y que defraudaré a mis lectores.
-Oye, no digas eso. Es verdad que tienes una gran responsabilidad, ¿sabes cuál es?- no esperé una respuesta- la de hacer lo que de verdad te gusta. Todos tenemos esa responsabilidad en la vida, lo importante es hacer lo que nos hace felices, no lo que los demás quieren ni nada por el estilo. Y tú ya la cumples, porque eres escritora..., yo soy una fiel lectora tuya, y te aseguro que jamás me defraudarás.
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Lo increíble de ser nosotros
Romance¿Qué harías si el chico del que estuviste toda tu vida enamorada se vuelve a cruzar en tu camino? Clara es una editora de libros que se va de vacaciones con sus amigas pero lo que menos espera es encontrarse con el chico que, en su adolescencia, hiz...