CLARA RODRÍGUEZ
El avión aterriza a las ocho de la noche en Buenos Aires, ahora solo me quedan cinco horas de viaje en auto hasta la ciudad donde viven mis padres y los padres de Julio.
En el camino voy hablando con él y me cuenta que todo salió bien, tienen que esperar a ver cómo evoluciona para que empiece con la quimioterapia.
Llego a la una de la mañana y mi madre insiste en que coma algo, después de intentar varias veces se termina rindiendo al decirle que no y me da un beso de buenas noches como cuando era pequeña.
A la mañana siguiente voy al hospital y recorro el pasillo que me indican hasta la sala catorce.
Nuestros ojos se encuentran y mi cuerpo entero parece darse cuenta de su presencia porque una energía electrizante lo recorre y el corazón me late rápido, como si nunca llegase a acostumbrarse a la presencia de ese hombre. Quizá nunca lo haga.
No dejamos de mirarnos hasta que llego a donde está él y se levanta de la silla. No dice nada, solo me mira como si quisiese asegurarse de que soy real.
Avanzo los tres pasos que nos separan y lo abrazo, él tarda pero al final me rodea con sus brazos y nos perdemos en ese acto físico tan bonito, hacía mucho que no nos tomábamos tiempo para hacer este simple gesto, nos mecemos una y otra vez y cierro los ojos mientras hundo la nariz en su cuello y huelo su perfume que tanto me gusta y que tanto he extrañado. Siempre me ha gustado abrazar a alguien o que me abracen, es una sensación muy bonita. No importa si abrazas a tu pareja, a tu papá, a tu amiga, a tu hermana o a tu gato, es algo reparador. Es un acto físico que todos necesitamos de vez en cuando porque nos impulsa a seguir adelante, es como si la persona que te abraza pudiese ver a través de ti y te dijera "Estoy contigo, te entiendo." A veces solo basta con eso para ser un poco más valientes y seguir, seguir, siempre seguir hacia delante.
-¿Por qué estás aquí?
Me muerdo el labio inferior y miro la puerta de color gris que hay a un metro nuestro.
Acaricio su mejilla lentamente al notar que tiene ojeras bajo sus ojos.
-Porque te amo- lo miro a los ojos- porque quiero estar contigo y acompañarte en las buenas y en las malas, ¿qué clase de novia sería si solo estoy contigo en las buenas?
Consigo hacerlo sonreír un poco.
-Una novia terrible.
-Oh, sí que lo sería.
Me rio.
-¿Cómo está tu madre?- me animo a preguntar.
-Quiero dejar de hablar de eso aunque sea un segundo, quiero callar las voces de mi mente que me dicen que todo saldrá mal.
-¿Y cómo puedo ayudarte yo en eso?
-Así.
Se acerca y une nuestros labios, no es un beso suave ni delicado, es un beso que me afloja las piernas y me dicen muchas palabras que sé que a él les cuesta decirlas. "Te extrañé", "te necesito".
Apoya su frente en la mía y cierra los ojos.
-Fui un completo idiota, por favor perdóname.
-No, no quiero hablar de eso ahora. Debemos centrarnos en tu mamá que es lo importante ¿sí? Hablaremos de eso más tarde.
-Está bien.
La puerta se abre y nos separamos, Ricardo nos mira con una expresión de sorpresa dibujada en su rostro.
-Clara, hola.
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Lo increíble de ser nosotros
Romance¿Qué harías si el chico del que estuviste toda tu vida enamorada se vuelve a cruzar en tu camino? Clara es una editora de libros que se va de vacaciones con sus amigas pero lo que menos espera es encontrarse con el chico que, en su adolescencia, hiz...