Capítulo 29: El recuerdo

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CLARA RODRÍGUEZ

La noticia de que Sofía consiguió un trabajo en Australia me sorprendió, sin embargo me alegro por ella, ha trabajado y se ha esforzado tanto por conseguir todo lo que tiene que me parece muy lindo que le hayan dado una oportunidad así, además es muy buena en lo que hace, estoy segura de que le irá genial.

Después de que Pamela me llevara un ejemplar de su libro y habláramos un buen rato la invitamos a cenar, al final aceptó y tuvimos una cena muy agradable.

Cuando terminé de ayudar a juntar la mesa, Sofía me dijo que ella se encargaba de lavar todo así que fui a mi habitación y cuando entré vi que Julio solo tenía puesta una toalla que le cubría de las caderas para abajo mientras miraba mis libros.

Desvié la mirada de él al notar que me ruborizaba, ¿por qué tenía que ser tan lindo? Ese chico va a volverme loca. Aunque pensándolo bien ya lo hizo.

Sonrió al verme.

-Hola.

-Hola, no sabía que te habías ido a bañar. Si quieres puedo salir para que te cambies.

En el momento que una sonrisa pícara se dibujó en sus labios me di cuenta de que no había sido una buena idea decir eso. Se acercó a mi, lo que no ayudaba en nada a mi corazón que latía cada vez más rápido por su repentino acercamiento.

-Como quieras, no vas a ver nada que no hayas visto.

Puse los ojos en blanco y sentí el calor subiendo hasta mis mejillas.

Sonrió de nuevo.

-¿Ya te dije que eres adorable cuando te sonrojas?

-¿Y yo ya te pregunté porqué sigues aquí y no estás eligiendo la ropa que vas a ponerte?

-Porque en realidad me bañé hace unas horas, cuando estabas con tus amigas.

-¿Y que haces con una toalla, entonces?

Entendí todo cuando fue a cerrar la puerta con llave.

-Ahora entiendo ¿quieres tener una noche divertida, eh?

-¿Yo?- se señaló a si mismo- no, ¿cómo puedes pensar eso?

Me reí y me giré hasta quedar frente a él.

Nos miramos a los ojos unos segundos y me quité la ropa hasta que me quedó solo la interior, él me miró cada segundo y siguió cada movimiento con sus ojos.

-Que lástima-rodee su cuello con mis manos- porque yo si quería.

Cuando me besó hizo que mi cuerpo se estremeciera por completo.

-Entonces ya cambié de opinión.

Dejó que su toalla cayera al suelo y volví a reírme.

-Que mentiroso, siempre has tenido la misma.

Caímos en la cama y no pude decir nada más porque volvió a besarme. Me besó por todo el cuerpo antes de encajar nuestros cuerpos con la misma emoción que la primera vez.

JULIO CORTÉS

Cuando abro los ojos sonrío al ver a Clara dormir. Estando así de cerca puedo ver con detalles sus cejas, sus ojos cerrados con sus pestañas tan bonitas, su nariz perfecta y por último su boca, esos labios que me vuelven loco y que ahora están un poco entreabiertos. Sigo bajando la vista hacia su cuello, donde tiene dos lunares que siempre lleno de besos. Inevitablemente sigo hasta sus pechos que están tapados un poco por una de sus manos y por el sujetador que tiene puesto. Y hasta ahí llego porque en el resto de su cuerpo la cubre la sábana. Entonces pienso que es verdad lo que le dije aquella noche, cuando hicimos el amor por primera vez, que era la mujer más hermosa que había visto. Lo pensé aquella vez y lo pensé todas las veces que volvió a desnudarse frente a mi, pero no solo por su físico, también por su personalidad, por su manera de ver las cosas, por algo mucho más profundo que ni yo entiendo pero que solo siento con ella, algo que solo siento cuando estoy con la mujer que hizo acelerar mi corazón desde que tengo memoria.

Lo increíble de ser nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora