Capítulo 9: Las amigas

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Días más tarde...

Esa tarde hacía tanto calor que decidimos quedarnos en el departamento.

-Iba a abrir algunas ventanas pero es terrible el calor- Pamela apareció en la sala y se tiró de malas maneras en el sillón.

-Sí, el calor apesta. Deberíamos haber ido a otro lugar de vacaciones-Dijo Sofía después de tomar un vaso de agua.

-Oigan, chicas, ¿me ayudan con algo de mi novela?-. Pame estaba en la mesa con su computadora
-No creo que podamos ayudarte mucho. ¿Qué necesitas?

-Aunque sea intentadlo, por favor-. Dijo pasándose una mano por la cara, parecía un poco frustrada-, es sobre qué opinan ustedes de la gente que, a veces, te critica por tu físico. ¿Qué le dirian a la gente que está pasando por eso?

-Lo siento, pero no se me ocurre nada lindo que decirte. Solo que los que critican a los demás por eso son unos idiotas sin vida propia.

Todas sonreímos ante las palabras de Sofía.

-Es verdad. Pero no quiero poner eso. Si no algo más bien..., reflexivo.

-¿Clara?-. Preguntó Juliana ya que todas sabíamos que era la única que la podía ayudar.

Lo pensé.

Me senté en una silla ya que había estado parada la mayor parte del tiempo.

-A la gente que sufre por eso, les diría que las personas son como las olas, van y vienen..., pero tú no. Tendrás que aguantarte toda tu vida te guste o no. Eres el barco, algunas olas querrán arrastrarte al medio del mar y otras te ayudarán a llegar al final, a lo sólido, a lo seguro, a la playa. Lo importante es que no te detengas, que luches y llegues a tierra. Donde empezarás a amarte y a escucharte de verdad, porque al fin y al cabo la opinión de uno mismo es más importante que la de los demás cuando se trata de ti.

Todas aplaudieron y puse los ojos en blanco.

-No fue para tanto.

-Claro que sí. Creo que copiaré lo mismo y luego te daré los créditos.

Me reí.

-Me alegro de que te haya servido.

-La editorial donde trabajas está desperdiciando un gran talento teniéndote solo de editora y no de escritora- Comentó Juliana

Sonreí.

-Gracias chicas.

-Eres perfecta, mírate. Físicamente eres una modelo, con una personalidad increíble y como si eso fuera poco, lees, lo que significa que sabes hablar con todo el encanto y la profesionalidad del mundo-. Me dijo Sofía, mirándome.

Todas parecieron estar de acuerdo con su comentario y yo negué con la cabeza.

-Aprecio que me digan eso pero no es verdad. Tengo miles de dudas, hay cosas de mi que no me gustan y otras que no tengo y me gustaría. Hay muchas cosas que no sé hacer y tengo cosas buenas y malas, como cualquier persona. Pero eso no me hace menos que nadie, solo me hace imperfecta.

-¿Te das cuenta de que te estás llamando imperfecta a ti misma?

-Sí, claro que me doy cuenta, y me gusta.

Sofía frunció el ceño, parecía no entenderme y sonreí antes de seguir hablando. Las demás me escuchaban con atención.

-Me gusta porque eso significa que no soy aburrida. Lo perfecto es aburrido, predecible, repetido. Aunque personalmente pienso que lo perfecto no existe. Y lo imperfecto es interesante, impredecible, único, mágico y hermoso. Así que sí, soy imperfecta y no me da vergüenza decirlo porque la imperfección también es belleza.

-Joder, me vas a hacer llorar-. Dijo Pamela secándose una lágrima

Sonreí.

-Deberías dejarle tu novela a ella y seguro que la mejora-. Sugirió Sofía desde un sillón mientras se comía una manzana tranquilamente y Juliana y yo aguantábamos la risa.

Pamela se levantó de la silla en el mismo momento que Sofía.

Comenzaron a correr por todo el departamento mientras trataban de atraparse, con Juli nos miramos y sonreímos.

Horas más tarde se habían formado unas nubes grises que cubrían todo el cielo. Con el terrible calor que hizo se formó una tormenta y ahora comenzaba a llover.

Abrimos las ventanas de las habitaciones y agradecimos el aire renovado que se respiraba.

-¡A comer!-. Gritó Juliana desde la cocina, esa noche le tocó cocinar a ella.

Minutos después estábamos todas cenando en la mesa y Juliana tenía una cara de espanto absoluto mientras miraba el celular.

Compartí un par de miradas preocupadas con mis otras amigas y decidí hablar primero.

-¿Todo... bien Juli?

-Mi novio me engaña.

-¡¿QUÉ?!

-Joder, que imbécil

-¿Cómo te enteraste?-. Le pregunté mientras iba a abrazarla cuando vi que empezaba a llorar.

En menos de un segundo estábamos las cuatro abrazadas como si fuéramos una sola persona.

-Miré por las cámaras que tenemos en la casa para ver si todo estaba en orden, cuando lo vi entrar con una chica y se estaban besando.

-Pues está claro que el destino quería que no estés con él. Semejante mujer no se merece a alguien tan idiota-. Sofía se separó de nosotras y volvió a su lugar, resoplando.

-¿Tú crees que soy tan increíble?, quizá si de verdad lo fuera no me hubiera hecho esto.

-Eres increíble-. Le dijimos las tres al unísono.

-Vale, si ustedes lo dicen

-Les estoy pegando a todas el español, ¿eh?-. Dijo Pamela intentando que le ambiente sea menos tenso.

Nos reímos.

Al cabo de un rato logramos que dejara de llorar. Pero volvió a hacerlo cuando llamó a Fernán y discutieron, ahora era su ex.

Nos habíamos ahogado en un silencio bastante tenso cuando estaba revisando la lista que me había dejado Julio y vi una buena opción para animar a Juliana.

-Oigan-. Todas me miraron- Ya hemos hecho diez de las veinte cosas de la lista que me dio Julio. Aquí dice que mañana habrá una fiesta porque es el aniversario de Miami. Habrá puestos, tours, música y muchas cosas más. A la noche estará disponible un autocine para el que quiera asistir..., podríamos ir.

-Sí

-Me apunto

Todas esperamos la respuesta de Juliana.

-Te divertirás-. Le dije

Cuando vio que todas la mirábamos intentando de convencerla suspiró y habló.

-Está bien

-¡Sí!-. Gritó Pame

Juliana la miró, sonrió y negó con la cabeza.

-¿Y tú como vas con tu romeo?- Preguntó Sofía mirándome y cambiando de tema.

Puse los ojos en blanco.

-No sé. Desde que se fue a Argentina que no hablamos.

-Y, ¿cuándo vuelve?

-Creo que hoy. Y si no esta semana.

Asintió una vez.

-¿Tienes ganas de verlo otra vez?-. Me preguntó Pame

Suspiré y asentí con la cabeza sintiendo que me ponía roja.

Las tres sonrieron al verme.

Lo increíble de ser nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora