Capítulo 55: La historia

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JULIO CORTÉS

Clara me mira y empieza a hablar.

-El primer y único novio que tuve además de ti se llamaba Nicolás, él tenía veinte años y yo diecinueve. Como te conté el día que nos encontramos en la playa fuimos novios durante cuatro años, al principio todo iba muy bien, ¿sabes? Él me trataba con cariño y respeto, yo también. Nos conocimos una noche en la que salí a tomar algo con unas amigas que tenía en aquel momento, fue muy bonito porque hablamos y nos reímos mucho, después bailamos e intercambiamos los números de celular. Desde ese momento comenzamos a vernos más seguido y como yo no tenía ninguna experiencia en el amor me costó un poco acostumbrarme a que le gustara a alguien y me lo dijera o a la sensación de estar empezando algo que sabía que sería serio, una relación estable. Poco a poco nos fuimos conociendo y como algo normal que pasa en las parejas con él tuve mi primera vez, estaba muy nerviosa y no ayudaba en nada el hecho de que él ya lo había hecho antes un par de veces, aunque me hizo sentir muy bien y me aseguró de que no tenía porqué tener vergüenza.

Ella se acomoda un mechón de pelo y sigue hablando después de fijar la mirada en algo detrás de mi. Yo solo la escucho.

-Hasta que llegó un día en el que le ofrecieron una oportunidad de trabajo en Noruega, no tenía nada que ver con lo que estaba estudiando en la universidad y nunca llegó a contarme cómo consiguió ese trabajo pero aún así abandonó la carrera y yo me enojé mucho porque si se recibía de Agricultor sabía que le iría muy bien en Argentina. Igualmente respeté su decisión porque era su vida, lo que verdaderamente me enojó y me entristeció fue que no dudó ni un segundo en cortar nuestra relación. Un día llegó a casa y me dijo "se terminó, entre tú y yo no hay nada más", como si fuese una bolsa de papas a la que podía abandonar cuando quisiera.

Respira varias veces y puedo notar que está conteniendo las lágrimas.

-Pero eso no es todo, al día siguiente después de llorar toda la noche le fui a pedir explicaciones. Tuvimos una pelea muy fuerte y él además de gritarme me... me tiró un plato de vidrio el cual rebotó en la pared detrás de mi y se partió en mil pedazos que volaron por todo el lugar, por supuesto que me alcanzaron y me hicieron daño pero hubo uno que se clavó en mi brazo y tuvieron que ponerme más de ocho puntos para suturar la herida.

Ella me muestra su brazo izquierdo y cuando el sol ilumina su piel veo una marca de una herida cerca de su hombro. Cuando me mira a los ojos no puede contener las lágrimas y no dudo ni un segundo en abrazarla cuando se levanta de la silla, es lo único que puedo hacer. Me parte el corazón en mil pedazos verla así y saber que tuvo que pasar por eso y llevarse esa experiencia de su primera relación.

Me abraza muy fuerte y le hago caricias en el pelo cuando solloza.

-Gracias por... estar aquí- me dice.

-No tienes que agradecerme cariño, no me voy a ir a ningún lado, ¿sí?

Ella asiente con la cabeza como puede porque la tiene apoyada en mi hombro. Me separo un poco y la miro a la cara mientras le seco las lágrimas con mis manos, sus ojos verdes están rojos e hinchados por llorar.

-Gracias a ti por confiar en mi y contarme esto- le digo cuando se calma un poco- no puedo imaginar por todo lo que pasaste y el dolor que te debe haber causado todo eso.

Ella se muerde el labio inferior.

-No te imaginas lo que fue pasar por eso Julio, después de aquella pelea lo volví a ver en un juicio que yo misma comencé.

-¿Y que pasó con eso?

-Le dieron un año y medio de cárcel porque dijeron que el delito no había sido tan grave. Aún así las leyes que protegen a la mujer hicieron su trabajo.

Asiento con la cabeza y la vuelvo a abrazar.

Unas horas después le sirvo un vaso de agua y me siento con ella en el sillón.

-¿Te sientes mejor?

-Sí.

-Si necesitas algo más...

-Estoy bien cariño, no te preocupes- se acuesta sobre mis piernas- que linda manera de empezar los veintiséis.

Ambos nos reímos.

-Sabes que siempre estaré para ti, ¿verdad?- le acaricio el pelo y ella cierra los ojos.

-Lo sé.

-Y también me siento muy afortunado porque cuando nos volvimos a ver en Miami abriste tu corazón sin miedo a que te vuelvan a lastimar.

-En realidad si tenía miedo- me confiesa- pero en gran parte lo hice porque sabía cómo eras tú, sabía que no eras igual que mi ex.

Sonrío y ella sigue hablando.

-Y me lo sigues demostrando hasta el día de hoy, sé que aunque te enojaras jamás llegarías a eso.

-Jamás te haría daño Clara, puedes estar segura.

Ella suspira y se da vuelta, me mira.

-Te amo Julio.

-Te amo Clara.

Se vuelve a sentar en el sillón y me besa.

-¿Sabes cuál es la gran diferencia entre tú y él?- me pregunta.

-No.

-Que él nunca me demostró su verdadero yo, escondía esa rabia que tenía en el interior siendo un hombre bueno cuando en el fondo era todo lo contrario. Pero tú te muestras como eres.

Vuelvo a sonreír y le agradezco en silencio a la familia de ella por dejarme ser parte de la vida de Clara después de haber pasado por una situación así, comprendo que no es nada fácil así que me siento muy feliz porque me dieron esa gran oportunidad que nunca voy a desperdiciar, porque hoy más que nunca comprendí que tener a Clara en mi vida es mucho más valioso, significativo y especial de lo que imaginaba.

Lo increíble de ser nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora