Los días pasaron y fuimos tachando las últimas cosas por hacer de la lista que me había dado Julio.
-Listo, completada- dije mientras la volvía a guardar en mi bolso
Estábamos en el supermercado, era día de compras.
-¿Aún no tuvieron la cita?- preguntó Pamela mientras le indicaba qué comprar a Sofía.
Suspiré.
-No, últimamente hemos hablado poco.
-Hombres- se quejó Juliana mientras depositaba un yogur en el canasto
Me reí. Según ella ya había superado lo de Fernán, ya que no estaba muy enamorada de él y ayer fuimos a una fiesta donde conoció a un chico. Bailaron un poco, hablaron y se intercambiaron los teléfonos.
-Tú no te quejes, que ayer si que ligaste- Pamela le dio un codazo
-Sí, es verdad. Era muy lindo.
-Deberías llamarlo- comentó Sofía
-¿Sabes que? Sí, si no lo hace él, lo haré yo. Estoy cansada de perder el tiempo.
-¡Esa es mi amiga!- chocamos las manos y nos reímos
Mientras caminábamos de vuelta a nuestro departamento dejé de escuchar a las chicas y pensé en todas las palabras tan bonitas que nos hemos dicho con Julio estos últimos días, quizá parezca algo muy apresurado estar diciéndose cosas tan importantes y profundas cuando recién comienzas algo con alguien. Pero nuestro caso es diferente, porque nos conocemos desde muy pequeños y son palabras que llevamos años queriendo decirnos y haber tenido la oportunidad de hacerlo, es algo que no se puede desaprovechar. Porque cuando llevas tanto tiempo reprimiendo un sentimiento y ves a la persona que lo causa, sientes una necesidad abrumadora de decírselo, ese es el resultado de reprimir o ignorar un sentimiento, no están para ignorarlos, los sentimientos se escuchan, se viven, se dicen. Y si los ignoras podrás hacerlo por un determinado tiempo, ellos no se rinden hasta que los aceptes. Aunque tengo muchas dudas; si estamos haciendo lo correcto, si vamos muy apresurados. Pero decido no darle más vueltas a eso, por algo el destino nos ha vuelto a cruzar.
Ya de vuelta en el departamento guardamos la comida en sus lugares y mientras miro Instagram me entra una llamada de él, contesto y pongo el móvil sobre mi oreja.
-Hola.
-¡Clara! Que alegría que contestas, tengo una pregunta para ti.
-Dime.
- ¿Tulipanes, margaritas o rosas?
Me quedé un segundo pensando en la pregunta que me había hecho, ese chico no podía ser más detallista y eso me encantaba.
Reprimí mi risa.
-Pues, las tres me gustan
-¿Pero cuáles te gustan más?
-Las rosas
-Muy bien, gracias
-¿Puedo preguntar para qué es?
-Eso ya lo sabes.
-Pero me gustaría escucharlo.
-Para nuestra cita.
Nos quedamos en silencio unos segundos.
-Oye, Julio.
-¿Sí?
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Lo increíble de ser nosotros
Romance¿Qué harías si el chico del que estuviste toda tu vida enamorada se vuelve a cruzar en tu camino? Clara es una editora de libros que se va de vacaciones con sus amigas pero lo que menos espera es encontrarse con el chico que, en su adolescencia, hiz...