Capítulo 18: Las palabras

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Los días pasaron y fuimos tachando las últimas cosas por hacer de la lista que me había dado Julio.

-Listo, completada- dije mientras la volvía a guardar en mi bolso

Estábamos en el supermercado, era día de compras.

-¿Aún no tuvieron la cita?- preguntó Pamela mientras le indicaba qué comprar a Sofía.

Suspiré.

-No, últimamente hemos hablado poco.

-Hombres- se quejó Juliana mientras depositaba un yogur en el canasto

Me reí. Según ella ya había superado lo de Fernán, ya que no estaba muy enamorada de él y ayer fuimos a una fiesta donde conoció a un chico. Bailaron un poco, hablaron y se intercambiaron los teléfonos.

-Tú no te quejes, que ayer si que ligaste- Pamela le dio un codazo

-Sí, es verdad. Era muy lindo.

-Deberías llamarlo- comentó Sofía

-¿Sabes que? Sí, si no lo hace él, lo haré yo. Estoy cansada de perder el tiempo.

-¡Esa es mi amiga!- chocamos las manos y nos reímos

Mientras caminábamos de vuelta a nuestro departamento dejé de escuchar a las chicas y pensé en todas las palabras tan bonitas que nos hemos dicho con Julio estos últimos días, quizá parezca algo muy apresurado estar diciéndose cosas tan importantes y profundas cuando recién comienzas algo con alguien. Pero nuestro caso es diferente, porque nos conocemos desde muy pequeños y son palabras que llevamos años queriendo decirnos y haber tenido la oportunidad de hacerlo, es algo que no se puede desaprovechar. Porque cuando llevas tanto tiempo reprimiendo un sentimiento y ves a la persona que lo causa, sientes una necesidad abrumadora de decírselo, ese es el resultado de reprimir o ignorar un sentimiento, no están para ignorarlos, los sentimientos se escuchan, se viven, se dicen. Y si los ignoras podrás hacerlo por un determinado tiempo, ellos no se rinden hasta que los aceptes. Aunque tengo muchas dudas; si estamos haciendo lo correcto, si vamos muy apresurados. Pero decido no darle más vueltas a eso, por algo el destino nos ha vuelto a cruzar.

Ya de vuelta en el departamento guardamos la comida en sus lugares y mientras miro Instagram me entra una llamada de él, contesto y pongo el móvil sobre mi oreja.

-Hola.

-¡Clara! Que alegría que contestas, tengo una pregunta para ti.

-Dime.

- ¿Tulipanes, margaritas o rosas?

Me quedé un segundo pensando en la pregunta que me había hecho, ese chico no podía ser más detallista y eso me encantaba.

Reprimí mi risa.

-Pues, las tres me gustan

-¿Pero cuáles te gustan más?

-Las rosas

-Muy bien, gracias

-¿Puedo preguntar para qué es?

-Eso ya lo sabes.

-Pero me gustaría escucharlo.

-Para nuestra cita.

Nos quedamos en silencio unos segundos.

-Oye, Julio.

-¿Sí?

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