Capítulo 46

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Capítulo 46: El mar.

Punto de vista de TN.

Mi vista estaba fija en sus manos, cerradas alrededor del volante. Unas venas azuladas... No, verdosas, se marcaban en su piel pálida, sus uñas estaban muy cortas, no solo por lo aparatosas que podían ser durante el trabajo de héroe, también en la intimidad resultaban incómodas y estaban pintadas de colores: azul, rojo, verde, rosa y amarillo, obra de Eri, por supuesto.

Era increíble ver como aquella pequeña era capaz de domar a un hombre así.

—¿Te acuerdas de que íbamos a quedarnos en un hotel?— Preguntó Shouta mientras salíamos de las instalaciones de la UA mientras golpeaba con un dedo el volante, sacándome de mi trance.

No íbamos muy lejos, en realidad, solo a media hora de la ciudad, lo suficiente cerca como para llegar pronto si había una emergencia y lo suficiente lejos como para no pensar en nuestra vida cotidiana.

—Sí, ¿qué ha pasado?— Cuestioné intuyendo que no era una simple pregunta retórica.

—Bueno, resulta que todos estaban reservados ya. O eso, o tenían las peores reseñas que he leído nunca.

—¿Y qué vamos a hacer?— Pregunté con moviendo la cabeza a un lado.

Él soltó una risa nasal, nervioso.

Había insistido en organizar aquella pequeña escapada por sí mismo en su totalidad y yo, a pesar de lo mucho que me gustaba tener el control de mi vida, había decidido aceptar.

—¿Shouta?

—Era o un hotel muy malo o un motel muy bueno.

—Pero... Un motel es casi igual a un hotel, ¿no?

Él volvió a reírse.

—Más o menos. Tú no te pongas nerviosa.

—¿Cómo sabes que estoy nerviosa?— Estaba segura de que estaba ocultando bien mi preocupación.

Él se encogió de hombros y activó el limpiaparabrisas, estaba lloviendo con intensidad.

—¿De qué clase de motel estamos hablando?— Inquirí.

—Uno con piscina privada y plaza de aparcamiento.

Eso no era a lo que me refería, pero la idea de la piscina me gustó tanto que decidí dejar el tema, no podía ser malo, entonces.

Cuando llegamos a la recepción del motel me sorprendió la decoración, en tonos sombríos y rojizos, parecía... Oscuro.

—Su habitación es la 204, disfrútenla—. Nos informó una amable mujer dándonos la llave.

—Muchas gracias—. Le dije.

Shouta volvió a reírse mientras caminábamos de vuelta al coche.

—¿Qué te pasa?

—Nada—. Respondió tranquilizándose.

—¿Desde cuando te ríes tanto?

—Desde que salgo con la mujer más maravillosa que he conocido.

Mierda, eso me había pillado por sorpresa, no seguí insistiendo, tampoco estaba muy segura de qué decir.

Aparcamos el vehículo y, una vez llegamos a la puerta a la que guiaba unas escaleras, él me dio la llave para que fuera yo quien abriera la habitación, encontrándome con un... ¿Sofá? No lo sé, un asiento con forma extraña.

—¿Qué es eso?

Shouta estalló en carcajadas una vez más.

—¿Sho?

Dulces sueños [Aizawa Shouta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora