Epílogo

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Epílogo.

Punto de vista de Eri.

Cuando echo la vista atrás los recuerdos tienden a ser caóticos, en ellos, los momentos felices se mezclan con el miedo y el terror, formando un amasijo del pasado.

A veces, los recuerdos son claros y puedo disfrutar de ellos, otras, cuando estoy sola en mi habitación, tratando de pensar en mi infancia, me asalta la época más oscura de mi vida.

Pero hay una diferenciación clara a partir de la cual solo hay buenos recuerdos: la boda de mis padres.

Todo alrededor de ellos daba la impresión de ir muy rápido, apenas habían superado el año de relación y ya estaban casándose.

Ahora me parece una locura, ella tenía diecinueve años y él ya casi llegaba a los treinta, yo, a mis dieciocho, ni siquiera podía imaginármelo.

Aunque lo cierto era que yo también había ido rápido, todos los que éramos próximos a ellos, de alguna forma, quedamos contagiados de la intensidad de aquella corta relación.

Llamé "mamá" a una chica que, por aquel entonces, me doblaba la edad (lo cual implicaba que era realmente joven). A mí, por supuesto, me parecía que era muy mayor, una adulta divertida que disfrutaba jugando conmigo y me quería. Y es que en realidad ella a penas había superado la etapa de la adolescencia.

Todo parecía en su contra, la diferencia de edad, la opinión social, la de sus propios amigos... Y es que, a pesar de que ellos no se lo hubieran dicho, no creían que aquella relación fuese a acabar bien, aunque aquello no lo admitirían hasta años después del enlace.

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—Para ser plenamente sincera, no creía que fueseis a durar tanto—. Confesó Mina, provocando que muchos murmullos y asentimientos le diesen la razón.

Mi madre estaba realmente confundida, con los ojos abiertos y el ceño fruncido.

Yo acababa de llegar con mi padre a aquella reunión-comida de antiguos alumnos por petición de ellos mismos. Llevaban bastante tiempo sin vernos a mi padre y a mí y la nostalgia les hizo pedirle a mi madre que nos hiciese ir hasta allí.

—Madre mía, Eri, estás muy mayor, ¿cuántos años tienes ya? ¿Doce? ¿Trece?— Preguntó Deku al verme, arrastrándome hasta otra parte de la mesa, tratando de que no escuchase la conversación de los adultos.

—Quince, en realidad—. Lo corregí.

Desde allí podía ver como mi madre miraba inquisitiva a su amiga, aunque después acabó dándole la razón.

—Qué viejo me siento...— Confesó el héroe peliverde.

Mi padre estaba detrás de mi madre, acariciando su hombro.

—No os lo toméis a mal—. Pude escuchar—. Erais un profesor y su alumna, parecía más un romance fugaz digno de una novela erótica que una relación seria.

Bueno, eso probablemente no debería haberlo escuchado.

Kirishima se acercó a su esposa, probablemente para pedirle que se moderara en mi presencia, ya que ella pareció verme entonces y se acercó a hablar conmigo.

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La boda fue un evento precioso, al menos en mi recuerdo quedó plasmado como un momento mágico.

Fui con mi madre a comprar el vestido, estaba preciosa con él puesto, recuerdo pensar que así se vería un hada o una princesa.

También se encargaron de servir comida que me gustara, cosas dulces, manzanas de caramelo...

Dulces sueños [Aizawa Shouta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora