Capitulo 5

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Apenas llegamos a la casa de Otamendi (anfitrión de la fiesta, más que obvio), me topé con una casa enorme. Nada dejaba de sorprenderme. Era altísima y contaba con muchas habitaciones, además estaba decorada con muchas luces y simplemente se sentía una energía maravillosa.

 Era altísima y contaba con muchas habitaciones, además estaba decorada con muchas luces y simplemente se sentía una energía maravillosa

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Julián aplaudió dos veces en frente de mi cara- Llamando a tierra, Emma.

-Si si, acá estoy- dije algo tensa pero ya decidida a entrar- Estoy nerviosa pelotudo déjame.

Y sin más una voz nos sorprendió a ambos.

-Juli, amigo mío!- gritó Nico abrazando a Juli y despeinandolo un poco-
Epaa, trajiste a alguien bienvenida, sos la novia de julián o..?-

Con juli nos miramos y al instante nos reímos capaz de una forma muy exagerada. Siempre nos pasaba lo mismo.

-No! para nada, somos mejores amigos desde siempre- hablé con una sonrisa- tenes una casa hermosisima.

Ota se sonrio orgulloso y asintió con la cabeza en forma de agradecimiento.

Al pasar al patio vi varias caras conocidas (claramente).
Algunos con novia o acompañados y otros solos con una cerveza en la mano disfrutando de una charla con sus amigos.

Pasé mi mirada por todos y pude notar la presencia de Enzo. Estaba acompañado por una chica alta, morocha, muy linda como si fuese una modelo. Interesante.

Él pudo visualizar cuando llegué y su mirada me recorrió de arriba abajo tan lentamente que hizo que se me pongan los pelos de punta. Me guiñó el ojo de la forma más disimulada posible y siguió la conversación que mantenía con Gonzalo y esta chica totalmente desconocida para mi.

Sacándome de todo una nueva voz masculina se hizo presente y captó mi atención al toque.

-Mucho gusto, soy Lautaro- me saludo con un beso en el cachete- Querés tomar algo? esta es como tu casa así que sentite libre de hacer lo que quieras.

Reí. Ojalá fuera mi casa.

-Si obvio me encantaría tomar algo, que me recomendas?- hablé con la mayor simpatía posible.

Lauta me agarro de la mano y fuimos directo a la barra que se encontraba unos metros más al costado.

-Experimentamos?- dijo alzando las cejas de arriba hacia abajo lo cual me hizo reír.

-Mmm, me gustaría algo tranqui por ahora, vine con Juli y no quiero hacerle pasar un papelon viste..-

-Sos la novia del Juli?- preguntó mirándome y sirviendo algo en un vaso de cristal-

-No, nada que ver, es como mi hermano- hablé regalándole otra sonrisa a lo cual el correspondió de la misma forma asintiendo.

-Uh joya- expresó hablando casi sin pensar, se dio cuenta tarde -digo, eh tipo..-

-Tranqui, no es la primera vez que me lo dicen- le guiñe el ojo para saltarnos esa incomodidad y empezamos a ver todo lo que había en la barra.

Hoy me pongo del orto.

Esa noche pasé mucho tiempo con Lauta, creo que más que con Juli.
Bailamos y tomamos a más no poder, divirtiéndonos como si esa noche estuviéramos nosotros solos y nadie más.

De a poco se iban uniendo más y más personas a nosotros, me sentía el alma de la fiesta; algunos se arrimaban con sus parejas bailando al ritmo de la música y otros mostraban sus 'prohibidos' sin importar la presencia de las otras personas.

En resumen, cada uno estaba en la suya y eso era lo mejor que podía haber.

En un momento visualicé a Juli a lo lejos pero después lo perdí, lo que no me costó fue prestarle atención a la morocha que bailaba tan pegada a Enzo, apoyándose y tocándolo de una forma tan descarada que me daban ganas de gritarle que se consiga una habitación.

Apenas había luz, estaba todo bastante oscuro pero yo podía distinguirlos por algunas luces de colores que también danzaban en la casa de Ota.

No me pregunten porqué pero de un momento a otro mis pies se dirigían justo al lugar en donde estaba Enzo bailando ahora solo. Thank God.

A decir verdad, deteste el momento en el que ella gozó tanto pegarse a Enzo, bailando de esa forma, por ende cuando menos lo pensé, yo ya estaba tomando mi turno bailando con él meneándole y tratando de ser lo más sexy posible.

Sentí sus manos que me sostenían con fuerza frente a mis tambaleos por el alcohol, con su cuerpo algo sudado pero que me guiaba y seguía mis pasos de una forma muy lenta y muy excitante. Era el otra vez, con su perfume tan característico.

Y realmente quería que esa noche sea eterna.
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360 grados- Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora