Capitulo 32

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La fiesta se puso cada vez mejor y mejor. La casa llegó un punto en el que no cabía más gente y el calor poco a poco se hacía presente. Obviamente el alcohol no faltaba, pero esta vez fui más consciente y me controlé un poco.

Un poco.

Me la pase bailando con los chicos una canción tras otra y la estábamos pasando realmente bien.
A esta altura entre tanta gente había perdido de vista a Enzo y a varios de los chicos, quedándome casi sola con mi mejor amigo.

-Vamos a la barra?- le dije a Juli mientras bailábamos.

-Si dale, dame dos minutos y te alcanzo- gritó Juli y le hice caso y me fui.

Cuando llegué me apoye en el borde de la barra y pedí tragos pero tranquis esta vez, mientras esperaba a mi mejor amigo.

-Dos mojitos de frutos rojos- le dije al bartender quien enseguida entendió y me guiñó el ojo.

-Tres- dijo Lautaro apareciendo quedando frente a mi.-Que onda vos?

-Nada, bien- dije seca, la verdad no me importaba tener una conversación con el.

-Tu mensaje no decía lo mismo- dijo alzando los hombros.

-Y, la verdad que sos bastante atrevido por mandarme flores cuando sabes que me veo con tu amigo.- le dije esta vez mirándolo de frente.

-Compañero- me corrigió- no se, pensé que en las vacaciones había onda entre nosotros.

Me mantuvo la mirada un rato esta vez acercándose un poco más.

-Pensé que se notaba que entre los dos, viste, vos sabes..-dijo pausado mientras me acorralaba más contra la barra.

Y sin más, sentí sus labios sobre los míos pero habrá durado un segundo como mucho, porque al toque lo saque.

-LAUTARO, QUE HAC..-dije alterada limpiándome pero apenas pude terminar la frase que Lautaro estaba en el piso.

En tan sólo segundos Enzo apareció en la escena y le pegó un empujón de tal forma que el otro cayó de una chocándose contra la barra y el piso.

-QUE HACES GIL DE MIERDA?- le gritó mientras Lautaro lo miraba con mala cara- PARATE DALE.

Lautaro no emitió palabra mientras que decidía levantarse con normalidad como si no hubiese pasado nada.

Pero Enzo lo encaro con toda la furia otra vez agarrándolo del cuello, sin dejarlo reincorporarse del todo.

-No te parecieron suficiente las flores, no? era obvio que eras vos RESPONDE LA CONCHA DE TU HERMANA.

-Para Enzo déjalo- Julian apareció de atrás agarrándolo del brazo pero Enzo como pudo también lo empujó tratando de que mi mejor amigo salga de ahí.

Estaba totalmente enfurecido, como nunca.

-Eu, acá peleas no, vayan picando para afuera- esta vez fue Ota el que habló intentando que Enzo lo pueda dejar y los saco a los dos para la calle.

Yo todavía shockeada por la situación volví la mirada hacia mi mejor amigo quien se ve que soltó un largo suspiro.

Volví a ver a Enzo y ya estaba casi afuera asi que lo fui a buscar.

-No Ota soltame boludo, este pajero encaro a mi novia, A MI NOVIA. LO VOY A MATAR- se escuchaba a medida que yo me acercaba.

-Lauta amigo, estás re zarpado, hacenos un favor y ándate para tu casa- le dijo Ota con la mayor tranquilidad porque Enzo estaba imparable.

Lautaro siguió fulminando a Enzo con la mirada y se limpió un rastro pequeño de sangre que tenía en la cara, seguro del empujón que antes le había dado Enzo.

Yo mientras expectante de toda la situación desde la puerta con Juli, era mejor no meternos ahí.

-Esta vez te salvaron pero te engancho solo y te juro que te hago mierda- siguió hablando Enzo mientras Ota le seguía impidiendo el paso.

Seguido de eso Lautaro se subió a su auto y se fue.

-La concha de mi hermana- escuché a  Enzo decir cuando se sentaba en el piso mirando un punto fijo.

-Emma, perdón por todo esto, fíjate igual que Enzo anda medio en pedo así que si dice algo no le des pelota mejor hablen mañana. Ahora llevatelo- me dijo Ota acercándose.

-Gracias y perdón por.. todo- le dije yo apenada. El solo mostró una sonrisa de costado y entró de nuevo a la casa

-Te acompaño- habló Julian atrás mío.

-No amigo, quédate acá deja que yo me encargo de esto, si?- le dije y él no muy convencido termino aceptando.

Me acerqué a Enzo que todavía estaba sentado en el asfalto mirando para abajo.

Decidí que mientras menos es mejor así que no hablé solo me agaché y lo abracé. El dió un mini saltito ante mi toque pero al verme su seño fruncido se iba ablandando poco a poco.

-Vamos para casa, esta bien? yo manejo- dije de la forma más dulce posible mientras que él asintió y me aceptó la mano para por fin levantarse.

El camino fue silencioso. Noté que apenas me miraba pero todavía su mano seguía sobre mi pierna así qué tal vez eso no era mala señal.

Cuando llegamos al depto lo dejé hacer lo que quiera, después de todo ya estaba todo medio sensible.
Yo por mi parte me desmaquille, lave los dientes y me puse una remera que él me había regalado dispuesta a ir a dormir directamente.

Era feo irse a dormir asi, incluso conociendo a Enzo no sabía si siquiera al otro día me iba a hablar. Pero tampoco quería dejarlo solo en el estado en el que estaba así que era mejor que se quede acá.

-Eh.. bueno, Enzo me voy a dormir al sillón así podes descansar tranquilo, si?- dije buscando alguna almohada en el ropero.

-Porque? porfa no te vayas rubia, veni conmigo-dijo ahora si mirándome.

-Yo, e-eh..-

-Por favor- volvió a decir casi suplicando.

Una parte mía se alivió al saber que por lo menos podíamos dormir juntos aunque yo hubiese preferido darle su espacio.
Él se hizo para un costado dejándome mi lugar en la cama y yo con cuidado nos tape con la mantita quedando frente a frente.

-No estoy enojado con vos, boba.. no te creas eso- dijo susurrando contra mi boca.

-Shh- dije bajito, porque la verdad no era momento de hablarlo. Ota tenía razón.

Le hice mimos en el cachete y él se relajo mucho más bajo mi tacto sintiendo mi mano.

-Podemos dormir abrazados así en cucharita como siempre?- dijo él ahora ubicando un mechón atrás de mi oreja. Yo asentí sin problema.

Me di vuelta y el con su brazo me acorraló más contra su cuerpo y yo al instante me pegué sintiendo su miembro duro a través del bóxer y aunque me tentaba sabía que no era momento.

-Emma- dijo él dándome algunos besitos en el cuello.

-Si?- dije casi dormida

-Te quiero-

Yo suspiré bajito ante esto y respondí- Yo más- a los segundos sentí su respiración pesada y efectivamente ya estaba durmiendo.

Al ratito caí yo también mientras la tranquilidad de la noche por fin nos acompañaba.

360 grados- Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora