corriendo y ocupé mi lugar en la caja para no hacerlo esperar. Lo saludé conuna pequeña reverencia y cogí la lata de café que el hombre me tendía.
—Buenos días, señor.
—También, un paquete de tabaco de cinco.
—De acuerdo.
Saqué rápidamente un paquete de Marlboro Lights mentolados y lo pasépor el escáner.
—Pulse aquí para confirmar su edad, por favor.
Mientras el hombre pulsaba en la pantalla, vi que inspeccionaba con lamirada el expositor de comida rápida y detenía el dedo en seco. Podríahaberle preguntado si deseaba algo más, pero prefiero esperar cuando veo aun cliente que duda.
—Ponme también un perrito empanado.
—Enseguida, señor.
Me desinfecté las manos con alcohol, abrí el expositor y envolví unperrito empanado.
—¿Desea que le envuelva el café frío y el perrito caliente por separado?
—No, no hace falta. Ponlo todo en la misma bolsa.
Metí rápidamente la lata de café, el paquete de tabaco y el perritoempanado en una bolsa pequeña. Mientras tanto, el hombre hacía tintinear lasmonedas. De repente, se metió la mano en el bolsillo de la camisa como siacabara de recordar algo. Aquel gesto me dio a entender de inmediato quequería pagar con dinero electrónico.
—Pagaré con Suica.
—Ningún problema. Acerque su tarjeta aquí, por favor
Interpretaba automáticamente los gestos y las miradas del cliente, y micuerpo actuaba de forma instintiva. Mis ojos y oídos eran valiosos sensoresque captaban sus sutiles movimientos e intenciones, y mis manos se movíanágilmente según la información recibida, procurando siempre que el clienteno se sintiera incómodo por un exceso de vigilancia.
—Aquí tiene su recibo. ¡Muchas gracias!
El hombre cogió el recibo y se fue después de murmurar un escueto«gracias».
—Disculpe la espera. Buenos días y bienvenida.
Saludé con una pequeña reverencia al siguiente cliente de la cola, unamujer. La mañana transcurría con normalidad en el interior de aquellapequeña caja luminosa.
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La Dependienta
Novela JuvenilAUTORA: Sayaka Murata el orden de las paginas no son como en el libro original.