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Cuando llegué había tres clientes esperando. Tuan manipulaba la caja,atribulado.

 —Es que esto...

Tenía un vale de descuento en la mano y no sabía qué hacer con él. Se loenseñé mientras manipulaba la caja rápidamente.

 —Esto es un vale de descuento que sale con el cambio. Tienes queentregárselo al cliente —le dije, y fui corriendo a la otra caja—. ¡Disculpen laespera! ¡Pasen por esta caja, por favor!

Primero atendí a un hombre que parecía ligeramente contrariado por laespera.

—¿Ese chico es nuevo? Tengo prisa —dijo en un tono impaciente. 

—Lo lamento mucho —me disculpé, agachando la cabeza

Tuan todavía no estaba familiarizado con la caja, e Izumi debería estar asu lado enseñándole. La busqué con la mirada y la vi ordenando las bebidas,tan concentrada que no se había dado cuenta de que había cola en la caja.

 Después de atender a todo el mundo me fijé en que las brochetas de pollofrito —la oferta del día— aún no estaban expuestas y fui corriendo a la neverade la trastienda.

Cuando entré, el jefe e Izumi mantenían una animada conversación.

—Jefe, ¿qué hay de las cien brochetas que tenemos como objetivo dehoy? Aún no hemos sacado las del mediodía ni el cartel para anunciar laoferta.

 Creía que Izumi y el jefe reaccionarían enseguida, pero ella, en lugar dealarmarse, se me echó encima:

—Oye, Furukura, ¿es verdad que estás saliendo con Shiraha? 

—Ahora no, Izumi, ¡las brochetas! 

—Espera, ¡espera! ¿Cuándo empezasteis? ¡Hacéis buena pareja! ¿Cuál delos dos le tiró los tejos al otro? ¿Fue él?

—Le da vergüenza y no quiere contestar. ¿Por qué no salimos todosjuntos a tomar algo un día de estos? ¡Dile a Shiraha que se apunte! 

—Jefe, Izumi, ¡las brochetas de pollo...! 

—No disimules, ¡responde! 

—No estamos saliendo, solo vive en mi casa —aclaré, impaciente—. Peroesto no tiene importancia. Jefe, ¡aún no hemos sacado ni una brocheta! —grité.

 —¡¿Estáis viviendo juntos?! —exclamó Izumi. 

—¡¿En serio?! —dijo el jefe, visiblemente contento.

La DependientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora