Juguemos un poco

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—Definitivamente voy a optar por no pensar más en él.

Fue el comentario cargado de ironía que Seokjin dijo en un suspiro mientras cambiaba de posición en el sillón.

Frente a él, su amigo, chef, consejero y amante por un día, leía el periódico y sonreía de medio lado. No parecía hacerle mucho caso. Jungkook pasó la página y siguió sin mirarlo.

Si había acudido a verlo era porque no tenía otra cosa mejor que hacer y porque, eso no lo iba a admitir en voz alta, se moría de curiosidad por saber cómo acababa la historia. Y, ¿cómo no? Por picar un poco al abogado visitando a Seokjin.

Su inesperada y extraña punzada de advertencia sobre la conveniencia o no de hacer caso a las familias y plantearse ir en serio con el omega, había quedado en el olvido. De hecho, a los tres días ya había retomado su búsqueda del omega ideal, como decían quienes lo conocían, o sus actividades predilectas para después del trabajo, como las denominaba Jungkook. De este modo, había quedado totalmente descartada la posibilidad de que el omega que estaba enfurruñado frente a él fuera su futuro esposo.

Había sentido cierto alivio al respecto, pues si se llegaban a confirmar esos infundados temores tendría que haberse peleado con un abogado y, a su vez, convencer a Seokjin. Tenía todas las de perder.

—No me estás escuchando —le recriminó Seokjin.

—Pues claro que sí —mintió Jungkook.

—A ver, ¿qué te estaba diciendo?

—En resumidas cuentas, que tu pretendiente número uno a alzarse con el trofeo ha desaparecido y tú vas a seguir dándole vueltas en la cabeza por mucho que afirmes lo contrario. Y, querido, me resulta un poco... violento hablar de esto.

—No digas tonterías. ¿Por qué?

—No sé si soy lo que se dice objetivo para ayudarte en estos temas, recientemente he tenido la oportunidad de verte desnudo y... —Se encogió de hombros—... hay cosas que a los hombres se nos quedan marcadas a fuego.

Seokjin hizo una bola de papel y se la tiró, molesto con las palabras de su amigo.

—No tiene gracia.

—Lo sé, perdona —dijo Jungkook para nada arrepentido—. Pero es que me lo sirves en bandeja.

—Se supone que estás aquí para ayudarme, no para molestarme.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que vaya a buscarlo y lo traiga de las orejas? Mierda, Seokjin, hay cosas que por solidaridad entre alfas yo no puedo hacer.

—Se ha ido sin avisar. —Seokjin se puso en pie—. De hecho, llevaba una semana fuera. Ha vuelto esta mañana y ni siquiera me saluda. ¿Qué hago?

—Cielo, la respuesta es obvia: nada. Si regresa y te encuentra en ese estado se dará cuenta de tu debilidad y se aprovechará. ¿Cómo pretendes hacerle caer de rodillas si ante la primera dificultad te ablandas?

—De acuerdo, está bien. Tienes razón.

En ese instante llamaron a la puerta.

—¡Un minuto! —dijo rápidamente Jungkook mirando divertido a Seokjin.

—Adelante —corrigió Seokjin a los pocos segundos, tras darse cuenta de lo que implicaba ese minuto, sugerido por Jungkook.

Namjoon entró en el despacho y ni se inmutó al verlos allí juntos.

—Jeon.

—Kim.

Los dos se saludaron formalmente, pero evidenciando su desagrado mutuo.

A contracorriente ➳ NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora