Cuando estuvieron en el exterior y puesto que hacía una noche agradable, Namjoon decidió que, una vez abandonadas las peores calles, bien podían dar un paseo. Después ya volverían a recoger su coche.
Namjoon enlazó su mano con la del omega.
Era un gesto bastante extraño viniendo del alfa, pero al surgir de forma espontánea no le dio más vueltas. Si lo hacía, y no quería, le entrarían otra vez dudas acerca de lo que empezaba a sentir por Seokjin, y quería relegar ese sentimiento lo máximo posible en el baúl de los sentimientos, y mantenerlo cerrado bajo siete llaves.
—Ya no corro peligro —dijo Seokjin soltándose. ¿A santo de qué venía esa actitud ahora? Pero Namjoon volvió a agarrarlo.
—Cállate un poco.
Seokjin le obedeció y caminó a su lado, unidos, sin rechistar. Por suerte el alfa estableció un ritmo adecuado y no tuvo que protestar. Dos minutos más tarde pensó en lo inusual que resultaba todo aquello y, a pesar de lo compartido hasta ahora, en lo íntimo que era estar junto a Namjoon, agarrados simplemente de la mano y paseando de noche.
Otra vez volvía a ablandarse, pero... ¿quién no lo haría?
Resultaba desconcertante la actitud de este alfa. Siempre a la defensiva, siempre quedándose con la última palabra... y de repente lo agarraba de la mano como uno de esos alfas con clase. Seokjin nunca imaginó al abogado soberbio teniendo un gesto tan simple.
«Hasta puede que sea tierno y amable como el novio de mi hermano», pensó el omega. No obstante, no compartió esa observación, mejor en otra ocasión más propicia para el sarcasmo.
Estaba a gusto y por el momento no iba a estropear esta buena sintonía.
Pero Namjoon no pensaba lo mismo.
Sin haberlo anticipado, al pasar junto a un callejón, a salvo de miradas indiscretas, Namjoon tiró de él, lo empujó contra la pared y en uno de esos arrebatos a los que ya empezaba a acostumbrarse lo besó de forma abrupta antes de, como siempre, culparlo por algo de lo que no tenía constancia.
—Me estás volviendo loco —gruñó el alfa, y se abalanzó de nuevo.
Seokjin lo acogió sin protestar, porque sería de hipócritas el no reconocer que se sentía igual, quizás peor, con esas malditas bolas jugando en su interior.
No discutió, ni dijo nada; se limitó a acompañarlo, a besarlo con la misma pasión. Sin cuestionar nada. Ahora no era tiempo de pedir explicaciones.
—Namjoon...
—Me muero por follarte, aquí, en este maloliente callejón. —Y parecía desesperado al decirlo.
Seokjin se asustó, puede que desde la calle principal no los viera nadie, pero eso no significaba que estuvieran a salvo de algún curioso visitante.
—No podemos... —intentó ser la voz de la razón, pero era una ardua tarea con las manos de Manon metiéndose bajo su pantalón.
—Lo sé —acordó el alfa, aunque solo de palabra, pues sus acciones lo traicionaban—. Pero la idea de hacerlo en un lugar así te excita tanto como a mí. —Seokjin no lo negó y acarició su creciente erección—. Podría darte la vuelta, apoyarte contra esa pared y así dejarte indefenso ante lo que se me ocurra hacerte —inspiró profundamente—. Imagina que te abro la camisa... —Seokjin gimió con fuerza— para dejar esos pequeños pechos al aire. —El omega no aguantó y le bajó la cremallera de la bragueta. Namjoon tuvo que detenerse al notar cómo él hurgaba entre su ropa interior hasta encontrar lo que buscaba—. Cada vez que me empujo dentro de ti... joder... —Notó el mordisco del omega en el cuello—, tus pezones se frotan contra mí... rozándose entre sí.
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A contracorriente ➳ Namjin
أدب الهواةPara un omega como Seokjin, perteneciente a una de las familias más ricas del país y que muy pronto sucederá a su padre al frente de los negocios, recibir propuestas de matrimonio es como el pan de cada día. Él, que no tiene un pelo de tonto, sabe p...