El cuento de nunca acabar

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Después de un fin de semana tan intenso, a la par que revelador, debería tener las cosas mucho más claras, pero no. Ahora, para desesperación propia, Seokjin tenía más dudas y eso era malo.

Namjoon se encargaba de mantenerlo en ese estado. Una de cal y otra de arena.

Y así se lo estaba exponiendo a Jungkook. El único que estaba al tanto de todo cuanto sucedía, con bastante detalle; y quien estaba bastante cansado del tema, pero, por pedido de su amiga escuchando de igual manera, en pos de que solucionara sus líos amatorios y que en el futuro pudiera cobrarse este favor. Después de todo, era un alfa y sería más sencillo ver por dónde iba Namjoon con todo esto.

—Deja ya de darle vueltas de una maldita vez, Seokjin —dijo cansado de oír lo mismo una y otra vez.

—¿Tan difícil es que hable claro? ¿Que me diga, aunque sea mentira, lo que siente? ¡Es odioso! ¡Rastrero! ¡Es...! —parecía haber agotado los adjetivos negativos.

«Es un alfa», pensó Jungkook, pero era una verdad universal, a ver si con un poco de suerte, Seokjin dejaba de darle vueltas al asunto.

—Estás pidiendo peras al olmo, querido —dijo Jungkook con sabiduría—. Los alfas no utilizan todas esas frases sensibleras que tanto les gustan a ustedes los omegas.

—Tú lo haces —le recriminó el omega.

—Por eso sé de lo que hablo. Digo lo que quieren oír para llevármelos a la cama.

—No estás siendo de ayuda —refunfuñó Seokjin. No le gustaba eso de ser únicamente quien le caliente la cama a Namjoon.

—Tengo esta noche libre, si quieres...

No acabó la frase, porque Namjoon entró en el despacho. Evidentemente, sabía que Seokjin no estaba solo, pero no por ello disimulaba mucho su cara de disgusto al ver a Jungkook allí junto a él.

Durante el fin de semana había evitado deliberadamente tocar ese espinoso tema y no preguntó. Aunque se moría de ganas por zanjar de una vez por todas ese asunto y pasar página. Seokjin era suyo, no iba a dejarlo escapar, sobre su cadáver. Y, aunque le costase admitirlo, se moría de celos cada vez que otro alfa se acercaba y eso, teniendo en cuenta su afición en el pasado a compartir amantes, decía mucho sobre cuán posesivo se sentía respecto a quien consideraba ya su omega.

—Te esperan abajo —le dijo a Seokjin sin apenas mirarlo.

—Ah, sí. ¡Qué olvidadizo! —se acercó a su consejero personal—. Jungkook, te dejo. Ya seguiremos en otro momento.

Namjoon se sintió desplazado al ver que su competidor recibía un beso en la mejilla y él una mirada que no auguraba nada bueno.

Era una tontería, desde luego, pues Namjoon recibía muchas más atenciones de Seokjin en diversos ámbitos, pero solo en el ámbito privado, y él quería algo más. En público, a la vista de todos.

Otra inquietante revelación.

—Me gustaría hablar contigo, si tienes un momento —comentó Namjoon una vez que el omega que le estaba haciendo sudar se fue, y los dejó a solas.

Jungkook arqueó una ceja, pese a las amables palabras no se dejaba engañar.

—Como quieras —respondió en el mismo tono frío e impersonal.

Namjoon hizo un gesto para que lo acompañara a su despacho, no quería intromisiones. Una vez que hubo cerrado convenientemente la puerta, lo invitó a sentarse. Jungkook, manteniendo siempre su buen humor, lo hizo y esperó. No había que ser adivino para saber de qué quería hablar el abogado.

A contracorriente ➳ NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora