No es suficiente

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Dispuesto a disfrutar de los placeres que Namjoon le proporcionaba, y resuelto a abandonar ese estúpido enamoramiento, sin duda producto de la inexperiencia, caminó y entró tranquilamente a la casa del abogado, como siempre una vez que había oscurecido.

Ya no tenía que llamar a la puerta, Namjoon le había entregado una llave, así que evitaba encontrase con el mayordomo desagradable. El alfa se había asegurado que las cosas fuera de esa habitación no debían cambiar, pero vaya que lo habían hecho.

Sutiles indirectas, palabras que escuchadas por alguien ajeno a su aventura no representaban ningún peligro, pero que para Seokjin eran sinónimo de promesas a realizar en su próximo encuentro.

Nadie sospechaba nada. ¡Si hasta Namjoon lo animaba a seguir con sus aburridas citas! ¡Y para colmo hasta se había ofrecido a buscar información de cada uno de sus pretendientes!

Lo que lo hacía rechinar sus dientes. Podría al menos mostrarse un poco molesto, ¿no?

Pero estaba siendo un iluso al pedir eso,  iba a esperar sentado a que el alfa mostrara un mínimo de interés fuera de lo que era el ámbito sexual.

«No le des más vueltas. Piensa en lo que va a ocurrir esta noche. En la sorpresa que sin duda te dejará de nuevo exhausto y dulcemente agotado», se dijo Seokjin.

—Hay veces en las que me planteo aleccionarte como si fueras un jovencito díscolo.

Fue su rebuscado saludo al verlo entrar. Namjoon jamás lo recibía con un: "Buenas noches, querido". O un: "¿Te sirvo una copa?". Obviamente, preguntar por su día en el trabajo, además de absurdo, sonaría cínico, pero una frase mínimamente amistosa no costaba tanto, ¿verdad? No, Namjoon siempre tenía que ser el mismo.

—Nunca he sido un "Jovencito díscolo", pero puedo aprender. —Al igual que Seokjin había aprendido a contestar de forma insolente.

Namjoon cambió de postura en el sillón desde el que lo observaba, mostrando en todo momento esa expresión indolente que tanto detestaba.

—Bien, desnúdate, ponte sobre mis rodillas y recibirás la corrección adecuada.

—¿No tengo antes que salirme del redil? —inquirió Seokjin y empezó a desnudarse.

—No te preocupes por eso, ya buscaremos algo para justificar tu castigo. —Se acercó a el alfa y se arrodilló apaciblemente.

—Si sirve, una vez fingí estar enfermo para no aguantar a un idiota que quería invitarme a cenar —ofreció el omega.

—Me vale —dijo Namjoon—. Túmbate sobre mis rodillas. Con el trasero en alto.

—¿Así?

—No, espera. —Lo apartó un instante para desabrocharse los pantalones y exponer su erección—. Mientras recibes los azotes pertinentes puedes chupármela.

El omega no protestó, ni siquiera esperó recibir la primera nalgada, pero eso había pasado.

Si algo Seokjin había aprendido era a minimizar riesgos y, definitivamente, tener su polla en la boca era una forma como cualquier otra de tener controlado al alfa. Dejarle creer a Namjoon que se salía con la suya era mucho mejor que ganarle abiertamente.

Namjoon se recostó hacia atrás. Sí, tenía que aleccionar al omega adecuadamente, pero carajo, qué bien se estaba así. Perezosamente acariciaba su espalda mientras Seokjin seguía succionándole la polla. Era realmente bueno en eso.

Y otra vez las dudas acerca de quiénes habían sido sus amantes anteriores acudieron a su cabeza.

Lo que era peor, dudas sobre si mantenía simultáneamente relaciones con otros alfas. De hecho, podía hacerlo, Namjoon le había dado margen para ello, pero prefería que no fuera así.

A contracorriente ➳ NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora