Rompiendo las reglas

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No debería estar allí, en su cama, después de lo de anoche. Namjoon al final se había salido con la suya y eso Seokjin no podía permitirlo. Acostarse de nuevo con el alfa tras una pelea tenía su encanto. El sexo resultó ciertamente interesante. Especialmente porque Namjoon aparcó sus ridículas pretensiones de dominación que intentaba poner en práctica en cada encuentro.

Sí, la diferencia había sido palpable.

Pero, una vez pasada la euforia, debía ser consecuente y empezar a plantearse la retirada. Levantarse, vestirse y despedirse educadamente era lo que tenía qué hacer.

Algo muy distinto sería cómo lidiar con el alfa a partir de ahora en el trabajo.

—Buenos días —interrumpió Namjoon no solo sus pensamientos, sino también su digna retirada.

Como siempre, a primera hora, aparecía el desagradable mayordomo, dejaba el desayuno y desaparecía; solo que esta vez sí se preocupó en cerrar la puerta. Seokjin se incorporó en la cama; no iba a despreciar un desayuno, no solo porque fuese una falta de consideración sino, porque tenía hambre.

Namjoon esperó junto a la ventana con las manos en los bolsillos a que el omega diera cuenta del café y la bollería. En silencio, como si ver pasar transeúntes fuera emocionante. Cuando hubo acabado, Namjoon retiró el servicio y se sentó frente al omega.

—Tenemos que hablar.

«Esto no me gusta nada», pensó Seokjin mirándolo con desconfianza. Cuando proponía algo así...

—Es tarde, ya lo haremos en otro momento. —Hizo amago de levantarse, pero el alfa se interpuso.

—No te preocupes por eso.—Namjoon rebuscó en su bolsillo y sacó un pequeño estuche, lo abrió y se lo ofreció.

—¿Un regalo? —se aventuró el omega al ver el sencillo anillo con un pequeño brillante—. Se supone que no iba a recibir regalos. ¿Ya estamos quebrantando las reglas otra vez?

—No, no es un regalo. —Namjoon parecía incómodo y Seokjin lo notó.

—¿Entonces?

—Quiero que nos casemos.

—¿Perdón? —dijo Seokjin con voz estridente ante la sorpresa. ¿Casarse? Namjoon estaba loco de remate.

—Es lo adecuado en estos casos —argumentó el alfa.

Seokjin miró de nuevo el anillo, más que nada para no tener que mirarlo al alfa y respondió:

—No veo la lógica por ninguna parte.

—A mí tampoco me hace gracia, no tenía pensado casarme, pero, dadas las circunstancias, no puedo obrar de otro modo.

Seokjin cogió aire, contó hasta diez internamente y volvió a tomar aire profundamente para calmarse.

Definitivamente este alfa estaba perdiendo el norte.

—Tú no eres de los que se casan —le recordó el omega.

—Lo sé.

Maldita sea, si Namjoon al menos mostrase un poco más de entusiasmo... Pero no, quería casarse porque se sentía obligado, y no porque se interesara, aunque solo fuera un poquito, por él.

Era como el resto de sus pretendientes y ese pensamiento molestó a Seokjin. Solo existía una diferencia entre ellos y Namjoon. Y se lo hizo notar.

—He recibido las suficientes proposiciones de matrimonio como para tener cierta experiencia. —Seokjin se tapó con la sábana en un repentino ataque de castidad—. ¿No podrías, al menos, haber conseguido un anillo más grande? —dijo devolviendo el objeto a su estuche y desdeñándolo como si fuera basura.

A contracorriente ➳ NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora