Tensión en la oficina

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Seokjin caminaba tranquilamente por los pasillos que conducían hasta su despacho, mientras el ruido del gentío de la planta inferior ocultaba el repiqueteo de sus zapatos. Algunos empleados lo saludaron con una inclinación de cabeza y él les respondió del mismo modo. Había aprendido desde que era un cachorro que lo cortés no quita lo valiente y debía tratar a sus subordinados educadamente. Además, antes de que su padre alfa lo dejara manejar cuentas importantes, había estado allí, aprendiendo desde abajo el funcionamiento del banco.

Llegó a la oficina principal, la de su padre, la del director general. La que pronto sería suya.

Llamó suavemente, más por educación que por otra cosa, y entró.

Encontró a su padre alfa sentado tras el inmenso escritorio. Y a su lado, cómo no, Namjoon revisando unos documentos.

—Hola, joven Seokjin. ¿Le apetece un café?

El omega le sonrió a Jackson, el secretario de su padre, que estaba sirviendo el desayuno en la mesa de reuniones.

—Sí, gracias —respondió con una sonrisa. Se acercó hasta la mesa y aceptó una taza de café de las manos del alfa—. ¿Ha terminado su hijo la universidad? —le preguntó mientras inspeccionaba la bandeja de pastas.

—Le falta poco.

—Seokjin, ¿recibiste el informe acerca de la cuenta Hong? —interrumpió su padre, que se acercó también para servirse un café.

—Sí, y lo leí anoche.

—¿Anoche? —preguntó Siwon extrañado.

—Pues sí, cuando llegué a casa. Como no podía dormir me puse al día con eso. Lo terminé a las... —Miró a su padre, que fruncía el ceño, y al adulador de Namjoon, que lo miraba divertido—. ¿Qué pasa?

—Cariño, algo debimos hacer mal para que después de una fiesta acabaras leyendo un aburrido informe. —Siwon se volvió hacia su abogado—. ¿Te das cuenta, Namjoon? Mi hijo prefiere leer documentos antes que divertirse con sus amigos.

—Imperdonable —fue el adjetivo escogido por Namjoon. A él le importaba un carajo lo que hiciera el remilgado de Seokjin, pero no iba a expresar su opinión en voz alta. ¡Leer informes! Sí que era un omega aburrido, sí.

—Vi a Jungkook en la fiesta, pensé que te marcharías con él y con Hoseok como en otras ocasiones.

—De haberme ido con ellos, probablemente les habría estropeado los planes que ambos tendrían. ¿Podemos dejar el tema? —pidió el omega.

—Como quieras, aunque siempre he pensado que Jungkook y tú...

—Y otra vez lo mismo —se quejó Seokjin y miró al abogado adulador. Por lo visto disfrutaba del chisme, pero le mantuvo la mirada hasta que el imbécil sonrió de medio lado y volvió a sus documentos—. Por mucho que todos lo intenten, Jungkook y yo somos amigos. ¡Nos conocemos desde cachorros!

—Sigo pensando que están hechos el uno para el otro. ¿Tú qué opinas, Namjoon?

Namjoon, que estaba acostumbrado a oír conversaciones privadas, sabía que uno de los pasatiempos favoritos de su jefe era ponerlo a prueba o intentar pillarlo desprevenido. Sin embargo, acostumbrado a ello, siempre sabía estar en su sitio. Y su jefe se lo agradecía. Esa era una de las cosas que más le gustaban de su empleo; no era uno de esos abogados almidonados que se dedicaban a vivir de las rentas, sino uno que día a día podía tener nuevos incentivos.

Ahora bien, cualquier alusión a la vida personal de Seokjin era algo que debía manejar con cautela.

Pero estando el omega delante... toda cautela era poca.

A contracorriente ➳ NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora