Intimidad

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Tras disfrutar de la costosa cena, y no solo por lo que había sobre el mantel, ambos se quedaron relajados. Cada uno en su asiento, mirándose, evaluándose.

La conversación en la playa marcaba un punto de inflexión, especialmente para Seokjin que no terminaba de creérselo.

Era una regla más que el alfa rompía, y teniendo en cuenta quién había sido el más interesado en que se respetaran...

Ahí, sentado frente a él, disfrutando de su cigarrillo, Namjoon sostenía su mirada como si nada. Seokjin no iba a ser el primero en apartar la vista. Había aprendido a no dejarse intimidar. Otra cosa muy distinta eran las reacciones incontrolables de su cuerpo, pero el alfa no sería conocedor de ellas mientras permaneciera sentado y con sus manos convenientemente distantes.

—¿Te has acordado de traer unas cuerdas?

«Excelente tema de conversación», pensó el omega.

—No.

—Podrías pedírselas a algún empleado. —Namjoon sonrió de medio lado—. Por supuesto, me encantaría oír la explicación ante tal petición.

—Por no hablar de los desorbitados precios de este establecimiento cuando solicitas algo fuera de lo común.

Ambos se echaron a reír.

—No te voy a decir que no —dijo Seokjin jugueteando con su copa. No era aficionado a la bebida, pero necesitaba tener algo entre las manos para no sentarse en su regazo y terminar de desabrocharle la camisa.

¡Oh, qué alfa!

Nada más entrar en la habitación se desprendió de la chaqueta y el chaleco. A continuación, dejó que los tirantes cayeran, tiró la corbata a un lado y se soltó el primer botón, dejando al descubierto una importante porción de piel de la cual Seokjin no podía apartar la vista.

—Supongo que podré apañármelas.

El omega arqueó una ceja. Esa autosuficiencia, en algunos casos odiosa, lo excitaba, y esta era una de esas ocasiones.

—¿Cómo? —Seokjin podía seguirle el juego. De momento.

—Creo recordar que un par de mis corbatas pueden ser útiles. —Seokjin se atragantó al escucharlo. Rápidamente Namjoon se levantó, se colocó a su espalda y lo golpeó suavemente.

—Respira...

Seokjin consiguió volver a la normalidad después de toser y sentirse ridículo por reaccionar así.

—Ya puedes dejar de sacudirme —protestó el omega moviendo los hombros—. Estoy bien.

—Lo sé —pronunció Namjoon en voz baja, inclinándose para que solo el omega escuchara esas palabras. No había nadie más en la suite, pero no por ello podía dejar pasar la oportunidad de acercarse de ese modo a Seokjin. Además, el efecto era mucho más íntimo y efectivo. Por no decir excitante.

Seokjin inspiró profundamente, esa forma de hablar podía con todas sus defensas. Estaba cansado de la ambigüedad.

Las dudas sobre sus intenciones variaban según los días.

Cuando Seokjin estaba convencido de que era el interés puro y duro lo que movía al alfa a pedirle matrimonio, Namjoon daba un giro de ciento ochenta grados y se mostraba abierto, como un buen amigo, seductor, pero no avasallador, sosegado, pero sin aburrir. En resumen, cualidades que cualquier omega apreciaría, pero en especial él, tan reacio a pensar en la posibilidad de unir su vida con cualquiera, y, por tanto someterse, a un alfa, porque no era tan ingenuo como para no darse cuenta.

A contracorriente ➳ NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora