Él tiene la sartén por el mango

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Si en ese momento el corazón no se le detuvo a Namjoon ya nada podría hacerlo.

Allí estaba Seokjin, mirándolo como si fuera poco menos que un monstruo de siete cabezas, con la respiración agitada y colorado como un tomate maduro, intentando en vano asimilar todo cuanto acababa de oír y vivir.

Y él... Él era otro mundo, el alfa estaba vestido únicamente con unos pantalones y la camisa medio desabrochada; no podía hacer nada para disimular su abultada erección, pero, llegado el caso, eso sería lo de menos. Lo relevante del momento era que lo había cagado hasta el fondo.

Y para colmo, con el hijo de su jefe.

Namjoon debía encontrar la forma de minimizar el desastre y salir de esta incómoda situación con más o menos soltura.

Se aclaró la garganta antes de hablar.

Le iba a costar la Diosa y un milagro para salir de este embrollo.

—Esto ha sido un desafortunado error —comenzó Namjoon tras aclararse la voz. El omega siguió callado, lo cual no era una buena señal.

Seokjin mantenía en todo momento la mirada afilada sobre él. No, definitivamente no iba a ser fácil.

—Un malentendido —dijo intentándolo de nuevo. Eso era evidente.

El omega permaneció igual.

Namjoon, que normalmente no tenía mayores problemas para expresarse, dudaba en ese momento de su capacidad de oratoria. Estaba en serios problemas, bien jodido, y Seokjin iba a aprovecharse.

—No era mi intención...

Por supuesto que no era su intención meter mano y manosear al hijo del jefe.

¡Por favor! Hasta le molestaba la sola mención de esa posibilidad.

¿Cuántas veces había fantaseado con tener a Seokjin en su cama?

Ninguna, esa era la verdad. 

Sin embargo, allí lo tenía, evidentemente excitado, ¡como para no creerlo!

Tenía que encontrar algo jodidamente bueno para que el omega pasara este incidente por alto. Tenía que existir una posibilidad. Puede que fuera su caída en desgracia, pero antes de quemar todos los cartuchos siempre podía intentar negociar.

—Me gustaría pedirte disculpas por mi comportamiento. —Hasta Namjoon se sorprendió de lo sincero que sonaba—. No te esperaba y... —Mal, así no; Seokjin no tenía la culpa de nada, se reprendió a sí mismo. Por una vez, y sin que sirviera de precedente, se mostraría en primer lugar humilde y, en segundo lugar, dispuesto a asumir toda la responsabilidad de los hechos. De todas formas, siendo objetivo, el omega no había hecho nada.

Aunque más tarde averiguaría por qué demonios estaba Seokjin en su casa, en esa habitación en concreto y a esas horas. Puede que el remilgado hijo mayor del jefe quisiera meter las narices donde no debía, pero en esos instantes, en lo que a meter la pata se refería, el alfa se había llevado el premio mayor.

Iba por mal camino, el omega seguía callado y eso aumentaba su nerviosismo. En cualquier otra circunstancia ya hubiera empezado el ataque verbal.

Namjoon pensó en arrastrarse directamente y en no darle más vueltas.

—Si hay algo que esté en mi mano para que olvidemos este asunto, no tienes más que pedírmelo. 

Ya estaba, se lo dejaba en bandeja de oro.

Intentar que Seokjin aceptara sus disculpas sin más era tan probable como que los cerdos volaran. Y siendo como era un negociador hábil, en este caso sabía que dejar que el omega expusiera sus condiciones, sería lo más rentable.

A contracorriente ➳ NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora